Considerado como uno de los actores de acción más rentables del momento, el otro nadador olímpico británico Jason Satatham ha regresado a nuestras pantallas con una producción cortada a su medida y en la que la cámara gira constantemente a su alrededor. «The Mechanic» cuenta con el supuesto aval de ser un remake de la película que el muy irregular Michael Winner rodó en el año 72 y que, en el Estado español, fue rebautizada como «Fríamente... sin motivos aparentes». En aquella película, tosca y sin excesivos alardes, la cámara fijó su atención en el rostro cincelado en roca de Charles Bronson, un actor menos locuaz que Statham, pero con el que comparte una apariencia granítica que se amolda a la perfección al protagonista: un implacable asesino a sueldo que hará de mentor de un joven aspirante a criminal cuya intención es la de ilustrarse en el oficio de matar para, a continuación, emprender una implacable venganza contra quienes asesinaron a su padre.

Vibrante, brutal y sin concesiones, esta nueva versión no reniega en momento alguno de sus intenciones comerciales y apuesta por un estilo enérgico que no defraudará a los amantes del thriller de acción carente de pretensiones.

Simon West («Con Air») se ha esforzado a la hora de poner en escena un eficaz carrusel de fuegos artificiales cuyo interés se diluye progresivamente. La relación entre el mentor (Statham) y su pupilo (Ben Foster) concentra buena parte del interés dramático de una historia previsible y animada por constantes balaseras, frases lapidarias y un elemento que hubiera requerido de una mayor profundidad: el singular código de conducta, basado en la lealtad y confianza, que comparten los dos protagonistas. La presencia fugaz en el reparto del siempre cínico Donald Sutherland aporta cierto empaque a un producto de consumo rápido y al que no se le puede negar su buen acabado visual. Podríamos resumirlo todo diciendo que «The Mechanic» es un trabajo acorde con las intenciones y estilo del ideólogo de este remake, el cineasta y productor Luc Besson.