Crónica | Ante la Embajada Libia en Túnez
«Los americanos no deben intervenir en nuestro país»
La Embajada libia en la capital de Túnez se ha convertido en el punto de encuentro donde se reúnen los refugiados libios que escapan de la violencia y voluntarios tunecinos que recogen ayuda humanitaria.
Alberto PRADILLA
Ahora, la prioridad es tratar de hacer llegar los medicamentos y la comida hasta el otro lado de la frontera, que permanece clausurada. Aunque el improvisado almacén es también el escenario donde los libios que han logrado llegar a Túnez relatan en qué situación se encuentra su país y cuál debería ser la posición de la comunidad internacional. Una cosa tienen clara: la intervención de EEUU solo serviría para empeorar la situación.
«Los americanos no deben intervenir. Sólo defienden sus propios intereses. Nosotros reclamamos el embargo aéreo por parte de la ONU, que es quien debe proteger a la población civil». Abu Jaffar es miembro de una organización pacifista en Libia. Llegó hace pocos días a Túnez y, desde entonces, permanece cerca de la Embajada. «Europa debe reconocer al Consejo Revolucionario de Bengasi, son ellos quienes representan las legítimas aspiraciones del pueblo libio» insiste. El temor a las consecuencias de un desembarco de EEUU provoca que los refugiados sean muy claros con los términos. Además, no se puede obviar que esto también salpicaría a Túnez y Egipto, inmersos en sus propios procesos. Y eso que todavía no habían escuchado a Barack Obama ni a la OTAN, que ayer recrudecieron sus amenazas. «La ONU es la única con legitimidad para actuar. Pedimos el embargo y el bloqueo aéreo, pero no una intervención militar», rebate Kharim Nabata, que llegó de Trípoli el 24 de febrero y que describe la situación en el interior como «la guerra». «La gente está siendo perseguida», argumenta, para concluir que «la única posibilidad de paz es que Gadafi se marche».
La delegación libia, que ahora se encuentra aparentemente vacía, ha sido el blanco de la ira de algunos manifestantes, que atacaron con piedras su fachada. Simbólicamente, hace dos semanas, los opositores cambiaron la bandera oficial del régimen por la enseña tricolor, previa a la llegada al poder del coronel Gadafi, y que es la que enarbolan los rebeldes. También lo hicieron en la sede de la agrupación cultural libio-tunecina. Además, una alambrada protege completamente el perímetro de la misión, mientras que, a pocos metros, varios militares tunecinos les vigilan. «El embajador ha estado apoyando a Gadafi. Por eso ahora no hay nadie en la Embajada. No sabemos dónde están los funcionarios», indica Nabata.
La ubicación del centro de recogida, casi pared con pared con el edificio oficial, fue interpretada como una provocación por parte de los funcionarios libios, según relata un abogado que recoge material. «Nos amenazaron con disparar desde la azotea si manteníamos las tiendas», asegura. Puede que sea por este motivo, o porque la multitud de cajas recibidas impide el acceso a una oficina bancaria, pero el campa- mento se vio obligado a cambiar de base ayer. Aunque tampoco se marcharon muy lejos, ya que el nuevo centro se ha instalado en un parking ubicado a escasos 50 metros del anterior emplazamiento.
No obstante, los libios que han logrado llegar a la capital son una minoría. El grueso de los desplazados se encuentra en Ras el Jedir, un campo de refugiados en la frontera norte donde se hacinan miles de personas de diferentes nacionalidades que han escapado de los combates. Ése fue el primer destino de la ayuda, aunque ahora los esfuerzos se centran en llegar al otro lado de la frontera, que por ahora permanece cerrada.
«Primero nos centramos en Ras el Jedir, pero las necesidades ya están abastecidas, así que ahora intentaremos que llegue a Bengasi», asegura Raja Haggui, una estudiante que defiende que esto «también es la revolución tunecina». Con las vías terrestres clausuradas, los voluntarios han recurrido a un barco que debería de unir un puerto tunecino y la capital rebelde. Una embarcación que, a falta de los permisos, podría estar lista para zarpar entre hoy y mañana. «Libia y Túnez estarán mejor sin Gadafi y Ben Ali», insiste Haggui.
Rusia se opone a cualquier injerencia militar extranjera en Libia, declaró ayer el ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, ante la profusión de llamadas a intervenir a favor de los rebeldes.
EEUU maneja la opción de mejorar la capacidad armamentística de los rebeldes libios en el caso de que no prosperase la intervención militar directa, según reveló el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.
Javier Couso criticó que el fiscal general del Estado español, Cándido Conde-Pumpido, designase a una fiscal para colaborar con el TPI en el caso de Libia y no haya hecho lo mismo en el caso de su hermano, el cámara José Couso.
Una de las primeras decisiones que adoptó el nuevo Gobierno de transición tunecino que se presentó ayer, fue la de suprimir la Policía política que funcionaba con Ben Ali. El movimiento islamista Ennahda aplaudió esta decisión.
Las autoridades saudíes liberaron a un imam chií cuya detención provocó manifestaciones en la Provincia Oriental. El jeque Tufic Al-Amer reclamó que Arabia Saudí se convierta en una monarquía constitucional.
El sultán de Omán, Qabus bin Said, nombró ayer 17 nuevos ministros en el segundo cambio de Gobierno que efectúa en dos días en un intento de aplacar las protestas ciudadanas en este estratégico país del golfo Pérsico.