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Belén MARTÍNEZ Analista social

Por sus dichos, ¿les conoceréis?

 

En octubre de 2010, Jean-Paul Guerlain es entrevistado en la cadena pública «France 2». Al referirse a la creación de uno de sus perfumes, espeta lo siguiente: «Por una vez, me puse a trabajar como un negro. No sé si los negros han trabajado alguna vez tanto, pero bueno». La cosmovisión racista y colonial que impregna la ideología del maestro perfumero no levantó demasiadas ampollas. Tal vez la misión civilisatrice es aún una empresa inacabada en el imaginario colectivo de una gran parte de la población gala.

John Galliano, que hasta hace bien poco firmaba colecciones «prêt-à-porter» femeninas, acaba de firmar su propia sentencia: defenestración de su carrera profesional y ostracismo. Y es que el diseñador gibraltareño aparece en un video confesando su admiración por Hitler cuando se encontraba en avanzado estado de embriaguez. Si su simpatía por el führer es sólo fruto de una tarde errática, únicamente él y su entorno lo saben. Dior Couture le despide y expresa su malestar recordando a la hermana del fundador de la «Maison» deportada a Buchenwald.

Si de deber de memoria se trata, no deberíamos jugar con las cartas marcadas (y manchadas). Conviene recordar que Marie Françoise Suzanne Dior, sobrina del gurú de la moda, fue una nazi confesa que militó activamente en el Movimiento Nacional Socialista inglés.

En el reino de España, una autoproclamada princesa del pueblo, durante la emisión del programa del que es co-presentadora, utiliza la expresión «perro judío» como insulto. Ninguna reprobación ni amonestación...

Otro día nos ocuparemos de la ética para perdedores y de las vilezas de un tal Savater, Fernando.