Maite SOROA | msoroa@gara.net
A pesar de todo, nada será lo mismo
H abía concluido la vista oral en el Tribunal Supremo español en relación a Sortu y ayer todo el mundo estaba a la espera de lo que resolvieran los jueces españoles sobre lo que podremos votar las vascas (y los vascos, claro). Al final, los jueces decidieron como siempre, lo que les mandaron los políticos, pero dos detalles en la prensa hispana me dieron qué pensar.
En «El País», el comentarista más próximo a Rodríguez Zapatero, Luis Rodríguez Aizpeolea, advertía que «Los estatutos de Sortu, con su reiterado rechazo a la violencia; la irreversibilidad de su compromiso; la expulsión de quienes estén incursos en actos de violencia y la respuesta puntual a las exigencias marcadas por la jurisprudencia de los tribunales se lo ponen difícil a la Sala 61 del Tribunal Supremo para dictar un fallo de rechazo a su inscripción como partido, como pretenden el Gobierno y el PP». Y así leído, bien pudiera parecer que la misión del Tribunal Supremo era buscar un mínimo argumental para ilegalizar a un partido político. Algo que parecía muy poco democrático, pero que los hechos confirmaron.
Y el mismo día, en «Diario de Navarra», el secretario general del PSN, Roberto Jiménez, nos regalaba esta perla: «Mis impresiones sobre Sortu y sobre la evolución de la autodenominada `Izquierda Abertzale' solo ven la luz ahora, cuando el Tribunal Supremo está a punto de dictar sentencia y cuando, por lo tanto, mis palabras no pueden interpretarse como una presión de cara al poder judicial». ¡Pues se le parece mucho!
En cualquier caso, Jiménez advertía a su público: «Decir, como ha dicho UPN por boca de su presidenta Barcina, que Sortu `son los mismos perros con distintos collares' supone dos cosas: jurídicamente, no esperar a la voz del Estado de Derecho; políticamente, negar la evidencia. Sortu rechaza a ETA, rechaza la kale borroka, acata la Ley de Partidos, no funciona asambleariamente y ha proclamado que rompe con Batasuna. Yo no tengo capacidad jurídica para dictaminar si eso es suficiente legalmente, pero sí cintura política para ver y aceptar que no es lo mismo de siempre». Luego en el Supremo pintaron bastos, pero tengo la impresión de que nada será lo mismo de siempre. En ningún ángulo de la política vasca.