A las primeras reacciones de alborozo por la resolución del Tribunal Supremo contra la legalización de Sortu le han seguido las dudas y los temores. Y es que casi nadie pone en duda que la fractura de la unanimidad entre los magistrados apunta a una resolución a sensu contrario del Tribunal Constitucional.

Será por eso que ayer el editorialista de «El Mundo» se desgañitaba sentenciando que «Sortu tendrá que demostrar que se desmarca de ETA y que acepta las reglas de la democracia que han combatido sus dirigentes. Hasta que eso no ocurra, los tribunales no deberían legalizar una formación que, hoy por hoy, sigue siendo un apéndice de la banda». Se le ve mosqueado al tío, ¿verdad?

En «El Correo Español», José María Calleja se encargaba de dar ánimo a su confusa tropa y afirmar que «no hace falta ser un lince para imaginarse que esa evolución hacia la democracia de la parte política del mundo violento sería imposible de estar en la presidencia del Gobierno vasco un sujeto tan sectario, ultranacionalista y nefasto para la convivencia entre los vascos como fue Juan José Ibarretxe». Sube el tono de los disparates.

Y un tono más alto estaba el editorialista de «La Razón», que reconocía que «el hecho de que el fallo no fuera aprobado por unanimidad no es baladí. Que saliera adelante por nueve votos contra siete (...) introduce confusión y provoca perplejidad en un asunto con una carga probatoria suficiente».

Y como lo ve tan claro, eleva la voz: «A los Eguiguren y Elorza, claramente alineados con Sortu, se suma una corriente, incluso en el Gobierno Vasco, que edulcora el discurso de la exigencia y lo sustituye por el de la mano tendida y que debiera ser reprendida por el PSOE». O sea, que en el PSE están infiltrados los de Sortu.

Y Carlos Herrera, en «Abc», lamentaba de corazón que «los abogados de Sortu y su repugnante equipo de asesores han hilado con finura para poder confundir a magistrados de diverso pelaje (...) esos mismos magistrados son facilmente impresionables por las tonterías que han ido soltando por doquier personajes tan significativos como el lehendakari López». Ya ven que están con los nervios hechos un ovillo.