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Amparo LASHERAS, Periodista

Molestan hasta cuando luchan

La información es un derecho igual que la libertad de expresión. Si se unen para contar la realidad desde la verdad, ipso facto se convierten en elementos altamente peligrosos para los intereses de los gobiernos y del propio sistema y, por lo tanto, hay que destruirlos, volatilizarlos en un maremágnum de noticias que van y vienen sin llegar nunca al quid de la cuestión. La acumulación de medios en manos de los grandes emporios de la comunicación y la falta de ética de los periodistas que militan en su causa, han transformado la información e incluso el análisis de los hechos, en un laberinto de lenguajes y opiniones difícil de desentrañar por la ciudadana acuciada por resolver sus graves problemas cotidianos, lo que equivale a fomentar el desinterés y, así, establecer una desinformación generalizada que además crea conformismo. Sobre lo ocurrido en el Sahara, en Túnez, Egipto y ahora en Siria, en Yemen y en Libia (que merece un apunte especial), las informaciones y las especulaciones políticas, realizadas desde la conveniencia económica del mundo occidental, arrasan en la prensa y ningunean la trágica verdad de pueblos movilizados y reivindicando lo que para ellos es libertad y justicia social. Pueblos de los que en Europa sabemos muy poco, tal vez porque, inconscientemente, rechazamos lo que son y lo que quieren ser. A los árabes ricos del petróleo, con apartamentos en Marbella o Park Avenue, les consideramos exóticos pero de los nuestros. En cambio, los pobres molestan con velo o sin velo. Molestan hasta cuando, en su país, se rebelan y luchan. Entonces es que alguien les maneja.

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