Raimundo Fitero
Olvídate
En un anuncio publicitario nos dicen claramente que vayamos olvidando la televisión actual. Ese «olvídate», es instrumental y corto de miras. Hablan de una supuesta alternativa programática, la posibilidad de hacerte tu programación a través de internet y todos esos supuestos avances que se van a ir incorporando al uso habitual de consumo de televisión pero que están lejos, todavía, de desbancar a los grandes programas de las generalistas con millones de telespectadores congregados a la vez.
Pero sí que existen otros avances técnicos y tecnológicos que nos hacen aventurar un futuro no tan lejano en el que según nos explican, pueden desaparecer las pantallas tal como ahora las conocemos, y podamos tener en el espejo del lavabo, en los asientos de un automóvil elementos donde nos ayuden a ver lo que elijamos en cada momento. En un estudio elaborado por la empresa Cisco nos aventuran cosas tan verosímiles como que no existirán mandos a distancia y que todo se hará a base de gestos. Es lo que sucede ya con las Nintendo y las Wii, con lo que habrá que ir aprendiendo otro lenguaje para no gesticular de manera exagerada cuando falle un gol cantado tu equipo preferido o para insultar a un tertuliano de alguna de las televisiones de la caverna, ya que sin querer se puede apagar o cambiar de programa y aparecerte una santa misa o una peli porno al hacer esos gestos obscenos.
De todo lo que nos dicen que va a suceder, lo que más me deja cavilando es que van a desaparecer los canales. Se argumenta que todo será televisión a la carta, que iremos a una especie de supermercado y probaremos un serie de esta marca, un reality de la otra, un concurso congelado. La tecnología ya lo permite, es cuestión de controlar el flujo económico, porque de ser así, los anuncios, ¿dónde se colocarán? Y es ahí donde aparecen los monstruos, los temores, nos juran que como los aparatos nos reconocerán, se nos emitirá publicidad directamente dedicada a nuestro target o prototipo de consumidor. Esto da un pelín de miedo. Será cuestión de enmascararse. Pero sí, probablemente debemos empezar a olvidarnos de nuestra relación clásica con el electrodoméstico esencial.