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Iratxe FRESNEDA I Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Liz: Gigante

 

Hace poco vi por enésima vez «Gigante», de George Stevens. Una especie de «culebrón» cinematográfico que aún consigue mantenerme enganchada a su historia durante sus más de tres horas de metraje. Rock Hudson, James Dean en su última película, y Elizabeth Taylor. Texas, poder, petróleo, denuncias raciales censuradas por el estilo y los modos de la época, estereotipos de mujeres a punto de liberarse... La cinta de Stevens dio mucho que hablar en su momento, pero además creo algunas secuencias que pasarían a la posteridad (sobre todo las que se refieren a James Dean). A mí, como espectadora, me dio la oportunidad de volver a fijar la mirada en la desaparecida Liz Taylor.

Hubo un antes y un después de «Gigante» para la actriz que, había comenzado a actuar desde muy joven pero sin ninguno de los recursos de niña prodigio que podían ofrecer otras como Shirley Temple. No cantaba, ni bailaba, pero ella contaba con sus inconfundibles ojos de color violeta. «Gigante», basada en la novela de Edna Ferber, le dio la oportunidad de crecerse como intérprete, de lucir su espectacular belleza y de demostrar sus capacidades, su fuerza ante la cámara... Encarnar a Luz Benedict le convirtió en una superestrella que poco después se haría con dos premios Óscar y dejaría para los cinéfilos interpretaciones como las de «Una gata sobre el tejado de zinc» de Richard Brooks, «El árbol de la vida» de Edward Dmytryk o «De repente el último verano» de Joseph L. Mankiewicz.

Los cincuenta fueron la época dorada de Liz Taylor, quizá su mejor momento y, como ella, el cine de Hollywood de aquella década, dejó una sugerente y profunda huella en la historia del cine: «Julio Cesar» de Mankiewicz, «El hombre tranquilo» de John Ford, «Vacaciones en Roma» de William Wyler, «El crepúsculo de los dioses» de Billy Wilder... Elizabeth Rosemond Taylor fue una estrella, de esas que saltan a la vida desde la pantalla grande. Una estrella, dicen, Bigger than life, mayor que la vida misma.

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