Victoria Mendoza Psicoterapeuta
Una de cal y cien de arena...
Más que nunca nos queda claro que lo único que les interesa en este momento es que nadie les quite votos ni poder, seguir haciendo negocio con nuestro dinero público y que sigamos siendo víctimas de su acostumbrada mediocridad política
Una vez más queda expuesta de forma descarada la «antidemocracia española», y el solo hecho de decir no a Sortu deja de manifiesto la falta de inteligencia y coherencia política del Estado español, la falta de responsabilidad y seriedad ante los ciudadanos, la nula capacidad de buscar los mejores medios para conseguir dar fin a un conflicto, la avaricia de poder de diferentes partidos políticos y la falsedad y contradicción en sus discursos y sus acciones políticas.
Se inventan una Ley de Partidos y cientos de excusas y condiciones para que un partido pueda participar y ser legal; cuando todos estos requisitos se cumplen por determinado sector, los demás partidos políticos, esos que dicen ser demócratas, se ponen nerviosos y se empiezan a contradecir entre sí y salen a luz nuevas peticiones y demandas, algo sacado de la manga a última hora. Cualquier argumento absurdo es válido en este espectáculo político y, si además se detiene y se tortura, se desvirtúan y se filtran verdades y acontecimientos políticos que se están sucediendo desde hace años en Euskal Herria. Se puede disfrazar y distraer, se puede mentir y ocultar a la gente lo que realmente está sucediendo aquí, presentando una versión lejana de nuestra realidad, ocasionando con toda esta conducta infantil e inmadura dejar a más de 200.000 personas sin ningún tipo de representación política, negando a un partido, que nos está dando grandes lecciones de organización, debate y acción política, esa participación política alejada de las armas que tanto se han cansado de pedir y repetir todos esos que presumen de ser demócratas sin entender su significado.
No sólo no han considerado unos estatutos tan impecables y sujetos a sus peticiones, sino que, además, han hecho caso omiso de la ilusión y la esperanza de los ciudadanos de a pie, quienes queríamos creer que por fin se estaba avanzando, que se habían dado pasos más que importantes y necesarios, que teníamos la gran oportunidad de poder reconducir una situación política de conflicto y empezar una nueva etapa de aclaraciones, acuerdos encaminados a conseguir una paz para todas las partes lastimadas dentro de este largo y agotador período de atentados, ilegalizaciones, macrojuicios, detenciones masivas, dispersión, torturas y los muchos dolores acumulados en todas las partes.
¿Qué nos pueden argumentar ahora los políticos españoles para creer en esa supuesta democracia de la que tanto presumen? Sería de ingenuos creer que les importamos, que les interesa terminar un conflicto, porque ahora más que nunca nos queda claro que lo único que les interesa en este momento es que nadie les quite votos ni poder, seguir haciendo negocio con nuestro dinero público y que sigamos siendo víctimas de su acostumbrada mediocridad política.
Esto no ha hecho más que empezar. A partir de ahora, nos toca a nosotros reaccionar y actuar de manera inteligente, organizarnos, denunciar públicamente y exigir nuestros espacios y nuestros derechos en todo el sentido de la palabra.