Crisis nuclear en Japón
Los vecinos del área de Fukushima podrían no regresar a casa jamás
Los vecinos del área contaminada de Fukushima, muchos de ellos agricultores y pescadores especialmente afectados por el accidente nuclear, empiezan a barajar la hipótesis de no poder regresar jamás a sus hogares, como ya sucediera en Chernobil. El Gobierno de Naoto Kan se encuentra en estado de «máxima alerta» para evitar una catátrofe mayor tras reconocer que la situación es «imprevisible».
GARA | TOKIO
Decenas de miles de personas que viven o trabajan en las inmediaciones de la dañada central nuclear de Fukushima I empiezan a considerar la posibili- dad de que nunca puedan regresar a sus hogares. Muchos son agricultores o pescadores y para ellos el accidente nuclear provocado por el terremoto y el posterior tsunami del pasado 11 de marzo ha supuesto un auténtico seísmo económico. Las autoridades se encuentran en «alerta máxima» para evitar una catástrofe mayor tras la detección de agua altamente contaminada y plutonio en la zona, que se suman a la radiactividad hallada en verduras y en agua destinada al consumo humano.
Más de dos semanas después, las esperanzas de una solución rápida a la grave crisis que vive Japón parecen alejarse. La peor parte se la llevan las 200.000 personas que viven cerca de la planta y tienen un enorme afecto por sus tierras, herencia de sus ancestros y a quienes habría que decirles que no pueden volver.
Más de 70.000 personas han sido evacuadas de la zona de exclusión establecida en una radio de veinte kilómetros alrededor de Fukushima, mientras que a las 130.000 que viven a una distancia de entre veinte y treinta kilómetros se les ha pedido que se marchen o que permanezcan en casa. La decisión de no aumentar la zona de evacuación ha suscitado las críticas hacia el Gobierno y comienzan a escasear algunos productos ante las reticencias de algunas empresas de transporte de acudir allí.
Y parece que la situación va para largo. «La cantidad de tiempo que va a llevar solucionar este accidente no se mide en días o semanas, sino en meses o incluso años», explicó a Reuters Robert Gale, profesor de Hematología del Imperial College de Londres tras visitar Fukushima, De hecho, en el caso del celsio, sus efectos pueden ser peligrosos durante más de 200 años, por eso, muchas personas no dudan en comparar la situación de Fukushima con la de Chernobil, convertida en una zona casi fantasma tras el accidente de 1986.
Traición y desesperación
El área afectada por la crisis nuclear japonesa afecta a una franja larga y delgada de tierra de cultivo y bosques entre el Pacífico y una cordillera montañosa, cuya economía se basa en la pesca, la agricultura -sobre todo arroz y algunas frutas, como melocotones- y la producción de energía, no sólo nuclear, destinada en su mayoría a satisfacer las necesidades de consumo de Tokio. «La gente está enfadada porque hemos vendido nuestra tierra para esas plantas eléctricas y ahora la gente de Tokio no nos compra nuestros productos. El pueblo se siente traicionado», asegura Tomo Honda, miembro de la Asamblea de Fukushima.
Los agricultores figuran entre los más perjudicados por el grave accidente nuclear y la prohibición de la importación de alimentos ya ha traído la desespe- ración. La semana pasada, un agricultor de 64 años se ahorcó.
«Deberíamos haber cosechado ya, pero ignoramos totalmente si podremos vender luego nuestra producción», se lamenta Tadayoshi Tsugeno, que cultiva mitsuba, una especie de perejil, en Nihomantsu, a 45 kilómetros de la central. «Nos dijeron que teníamos que tirarlo, pero me costará dinero y es mi principal ingreso de año», añade.
Tras detectarse un nivel anormalmente elevado de radiactividad en las verduras, se prohibió la venta de una decena de clases y de la leche fresca. Países como EEUU, Australia, Canadá, Rusia, China, Taiwán y la Unión Europea anunciaron la prohibición o restricción a la importación de productos frescos japoneses.
Las pérdidas son tanto más importantes para los productores nipones cuando que la reputación de excelencia de sus productos les permitía venderlos a buen precio tanto en Japón como en el extranjero. Pero el accidente nuclear podría poner en peligro esa reputación.
El sector agrícola, importante grupo de presión a través de sus cooperativas y ampliamente subvencionado, ya ha comenzado a presionar el Gobierno para obtener ayudas.
«Máxima alerta»
El Ejecutivo, mientras, reconoció que se enfrenta en «estado de alerta máxima» a los problemas de la central nuclear dañada, tras la detección de plutonio y agua altamente contaminada que obligó a frenar su reparación. Durante una comparecencia ante el Parlamento, el primer ministro, Naoto Kan, admitió que la situación sigue siendo «imprevisible» y también que «la evaluación del riesgo de tsunami fue sumamente errónea» cuando se estudió hace cuarenta años la ubicación de esta central.
Las operaciones continúan sobre el terreno para tratar de estabilizar la situación en los reactores, reparar los circuitos de refrigeración y limitar el vertido de agua contaminada, pero los técnicos que trabajan allí se encuentran al límite de la resistencia y sometidos a elevadas dosis de radiactividad, por lo que sólo se desprenden de sus trajes protectores cuando se desploman sobre un colchón para intentar recuperar fuerzas.
Los temores de contaminación del medio ambiente y de la cadena alimentaria aumentaron el lunes por la tarde después de que se detectara plutonio en cinco análisis de tierra efectuados hace una semana en el recinto de la planta nuclear.
«El plutonio procede probablemente de las barras de combustible», dijo el portavoz gubernamental, Yukio Edano. Tepco aseguró, no obstante, que las tasas de plutonio evaluadas no representan riesgo para la salud.
Los expertos creen que probablemente el combustible de los reactores 1 y 4 entró en fusión en las horas siguientes al tsunami, desprendiendo sustancias radiactivas. La empresa operadora no descartó que el agua contaminada, que ha invadido los túneles técnicos que pasan bajo el suelo y cuya impermeabilidad debe ser verificada para evitar la expansión del líquido, hubiera llegado al océano, frente a las costas de Fukushima.
El Ayuntamiento burgalés del Valle de Mena, situado a unos 25 kilómetros en línea recta de la central nuclear de Garoña, acordó ayer pedir el cierre de la planta nuclear en 2013, con el voto a favor de los seis ediles del PSOE y el concejal independiente, y la abstención de los cuatro del PP.
En la moción aprobada ayer, propuesta por el grupo del PSOE, se insiste en la similitud entre la tecnología utilizada en Fukushima y la de Santa María de Garoña, y se recuerda que fue construida en la década de los 60 y que es «obsoleta».
En el ámbito estatal, el PSOE registró ayer en el Congreso una iniciativa con la que aboga, en la misma línea de la moción aprobada en el Valle de Mena, por el cierre de la central de Garoña en los plazos previstos, en 2013, pero puntualiza que siempre y cuando así lo considere oportuno el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) tras las pruebas y estudios que efectúe. Además, si la UE introduce cambios en la normativa comunitaria, el PSOE quiere que el marco regulador del Estado español también se cambie.
Ayer, el CSN se reunió con representantes de las 70 localidades fr ñs Asociación de Municipios en Áreas de Centrales Nucleares (AMAC). En el encuentro, el CSN ratificó su compromiso con los municipios que acogen centrales atómicas, a los que prometió «contacto permanente», mientras que éstos dijeron sentirse más tranquilos tras la reunión. GARA
El número de fallecidos por el terremoto y el tsunami del 11 de mazo en Japón fue elevado ayer por la Policía nipona a 11.063 y situó la cifra de desaparecidosen 17.258. Además, 200.000 personas siguen refugiadas en 1.900 centros de evacuación.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, realizará mañana una corta visita a Tokio para mostrar la solidaridad del G20 a Japón ante la situación que atraviesa tras ser golpeado por un fuerte sismo y devastador tsunami que han provocado una grave crisis nuclear.
Las autoridades japonesas han informado de que el tsunami que siguió al terremoto del pasado día 11 e impactó en el noreste del país afectó a zonas que estaban a más de 40 kilómetros de la costa, ya que la lengua de mar se adentró por el curso de los ríos.