Entre 50 y 70 personas murieron y decenas más resultaron heridas ayer, algunas de ellas de gravedad, durante el asalto por un comando armado a la sede del consejo provincial de Salahuddin, en Tikrit, y el posterior enfrentamiento con las fuerzas de seguridad.

El ataque se produjo al mediodía, cuando en el lugar había alrededor de un centenar de funcionarios. Según el Ministerio iraquí de Interior, uno de los miembros del comando lanzó varias granadas de mano, lo que provocó un momento de desconcierto que el resto de activistas aprovechó para acceder al edificio. Una vez dentro de la sede provincial, los asaltantes, que vestían uniformes militares, secuestraron a varias personas que había en su interior y las retuvieron durante unas horas. Poco después, ante la inminente intervención de las fuerzas policiales, hicieron estallar un coche bomba aparcado en el exterior al mismo tiempo que uno de los kamikazes detonaba su cinturón de explosivos, según la versión oficial.

«Primero tomaron el control del edificio y posteriormente dispararon a los agentes de la Policía que intentaron acercarse», apuntó un funcionario del Ministerio del Interior.

Ante la presencia de tropas estadounidenses en el lugar de los hechos, un portavoz del Ejército quiso aclarar que acudieron para tratar de ayudar a las fuerzas policiales locales, pero posteriormente pasaron a un segundo plano y se dedicaron a supervisar la situación en zonas cercanas. No obstante, testigos del ataque afirmaron que los soldados estadounidenses actuaron sin reparo, apuntando incluso a los civiles que se hallaban en la zona.

El ataque no ha sido aún revindicado, pero las autoridades sospechan de que se trate de un grupo vinculado a Al-Qaeda.

Tikrit, dominada por musulmanes suníes, ha sido durante años escenario habitual de ataques insurgentes. En enero, un ataque en un centro de reclutamiento de la Policía causó 50 muertos y cerca de 150 heridos. Ante la inestabilidad de la situación, las autoridades decidieron decretar el toque de queda.