El apoyo aliado a los insurgentes libios suscita dudas sobre su legalidad
El apoyo a las fuerzas de la rebelión en Libia con los ataques aéreos de la coalición aliada pone en duda la legalidad de la intervención al superar el mandato de la resolución de la ONU para proteger a la población civil. De hecho, los rebeldes han ido avanzado hacia el oeste al amparo de los bombardeos. Los miembros de la coalición acordaron ayer que el futuro para Libia pasa por la salida de Gadafi del país.
GARA | LONDRES
Mientras los representantes de la coalición internacional contra Gadafi debatían en Londres los objetivos reales de la operación militar que han iniciado bajo el argumento de la protección de la población civil, las dudas sobre el fin último de esta intervención se extienden, a la vez que las declaraciones sobre si se trata de expulsar del poder y del país a Muammar al-Gadafi.
Los bombardeos de la coalición aliada sobre Libia pueden carecer de justificación legal desde el punto de vista del derecho internacional, según el ex alto representante para Bosnia y Herzegovina, Paddy Ashdown. El «apoyo continuado (a las tropas rebeldes) parece estar desembocando en apoyo a un cambio de régimen, lo que rebasa la resolución del Consejo de Seguridad» de la ONU, afirma Ashdown, citado por el diario «The Guardian».
También el profesor de derecho internacional del University College London Philippe Sands cree que va a resultarles difícil a los países de la coalición anti-Gadafi justificar legalmente sus acciones militares con el calificativo de «preventivas».
«Es difícil desde el punto de vista del derecho internacional defender el empleo preventivo de la fuerza para proteger a civiles de una amenaza que podría ocurrir en un futuro», explicó el profesor británico.
Su colega Nicholas Grief, director de estudios de derecho en la Universidad de Kent, cree posible, aunque difícil, que se trate de llevar la materia al Tribunal Penal Internacional. Para Grief, con los últimos ataques la coalición parece haberse puesto claramente de parte de los rebeldes y «puede haberse extra- limitado». Esos y otros expertos en derecho internacional consultados por «The Guardian» indican que la coalición puede haber rebasado los límites acor- dados por la resolución de la ONU, que hablaba sólo de «tomar todas las medias necesarias... para proteger a los civiles y áreas pobladas por civiles de las amenazadas de ataque».
El brazo armado de la rebelión
El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, cuyo país se abstuvo en la votación de la resolución del Consejo de Seguridad, ya advirtió de que «la intervención en lo que es esencialmente una guerra civil interna no está sancionada por la resolución» de la ONU.
Pero el secretario de Estado del Foreign Office británico, Alistair Burt, defendió los bombardeos: «Las fuerzas de Gadafi han amenazado a civiles mediante el avance de su maquinaria militar. Y como se ha visto, hemos tomado medidas para acabar con esa amenaza». En su misma línea, Malcolm Shaw, del centro Lauterpacht de derecho internacional en la Universidad de Cambridge, cree que las acciones contra objetivos militares están justificadas «dado que hay concentraciones de tropas libias que siguen representando una amenaza creíble a la población civil» y «la resolución del Consejo de Seguridad no habla de proteger a civiles de ataques, sino de la amenaza de ataques».
De hecho, la multiplicación de los ataques aéreos contra las tropas libias han convertido a la coalición internacional en «el brazo armado de la oposición» al permitir a los rebeldes desorganizados seguir su contraofensiva hacia el oeste desde su bastión en Bengasi.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afirmó en su discurso del lunes que el objetivo no es derrocar al coronel Gadafi por las armas porque «sería un error», aunque no se refirió a posibles medios «no militares para forzar un cambio de régimen». El Pentágono asegura que no tiene contactos con la oposición, pero los ataques de la aviación han tenido como objetivo la apertura de las rutas a los rebeldes justo allí donde lo necesitaban.
«Seguro, los aviones franceses van a ocuparse de ellos por la noche» confesaba el lunes a France Press Amir Manosur, un combatiente rebelde que se retiraba desde Sirte .
«Está claro que se benefician de nuestras acciones, pero no nos coordinamos con ellos», insistió el vicealmirante Gortney.
Casi todas las misiones aéreas suponen ataques. El lunes 107 de las 178 salidas de la aviación tenían la misión de atacar. Así han acabado con la mayor parte de los radares, defensas anti aéreas y centros de mando libios, y ahora se centran en las tropas de tierra de Gadafi.
«El objetivo de facto de derrocar a Gadafi es conocido y, sin duda aceptado, pero resulta complicado decirlo en voz alta», opina Thomas Donnelly, experto del Instituto de Empresa Americana, un centro de reflexión conservador.
«Gadafi debe irse»
Éste fue una de los temas claves de la reunión ayer en Londres del denominado grupo de contacto, que agrupa a 36 países, la OTAN y la ONU, y que celebrará su próxima reunión en Qatar. Este país árabe, junto a Emiratos Árabes Unidos, fueron excepción en la tibia presencia árabe en la conferencia. Sólo siete de los 24 socios de la Liga Árabe estuvieron presentes y, excepto los mencionados, sólo llevaron a embajadores y no a ministros de Asuntos Exteriores.
El primer ministro británico, David, Cameron, como anfitrión del encuentro ,evocó el triple objetivo de reafirmar nuestro compromiso con la resolución de la ONU» que autoriza la intervención militar para proteger a los civiles, «acelerar el camino de la ayuda humanitaria» y ayudar a la población libia a definir su porvenir».
Al término de la reunión el jefe de la diplomacia italiana, Franco Frattini, subrayó que se había alcanzado la unanimidad en torno a que la solución implica que «Gadafi debe abandonar el país», y matizó que eso no quiere decir «impunidad».
El jefe de la diplomacia británica William Hague, añadió que en la conferencia no se habló de la posibilidad de armar a la oposición a las fuerzas de Gadafi, aunque consideró que sería legítimo de acuerdo con la resolución 1.973. La secretaria estadounidense de Estado, Hillary Clinton, sí defendió la legalidad de una eventual decisión de armar a las fuerzas de oposición, aunque aseguró que el asunto no se trató en la conferencia.
«Armar a los rebeldes»
Su interpretación de la resolución de la ONU es que «enmendó o anuló la prohibición absoluta de armar a cualquier persona en Libia, de manera que pudiera haber una transferencia legal de armas si un país decidiera hacerlo».
El Gobierno francés está dispuesto a discutir con otros socios de coalición la posible entrega de armas a los rebeldes, aunque entiende que este paso no forma parte de la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, según el ministro de Asuntos Exteriores galo, Alain Juppé.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, en cambio, opinó que la OTAN está para proteger a la población, no para armarla» y añadió que la resolución de la ONU es muy clara en ese sentido.
Los rebeldes, representados por el Consejo Nacional de Transición (CNT), no estaban invitados pero su representante, Mahmoud Jibril, pudo reunirse con Hillary Clinton y sus homólogos británico, William Hague, y francés, Alain Juppé.
El CNT recordó su rechazo a que el coronel Gadafi o cualquier miembro de su familia «se incluya en el proceso político que debería traer la democracia a Libia» y admitió que las armas que pueda suministrar la comunidad internacional a los rebeldes serán «bienvenidas».
El CNT prometió «elecciones libres y justas» y subrayó su aspiración de «un Estado unido, libre y moderno», descartando la división del país.
Poco antes de la reunión del grupo de contacto, el coronel Gadafi reclamó a la coalición que cesara su operación militar «bárbara y maléfica», que comparó con las campañas de Hitler.
La paralización de los pozos de petróleo libios constituye un quebradero de cabeza para los países consumidores, que buscan una solución para compensar una fuente de crudo muy apreciado por los refinadores. Después de un mes de conflicto, el mercado petrolero mundial se ha visto privado de 1,3 millones de barriles de petróleo que exportaba el país, en su mayor parte hacia Europa. Esto representa un 1,5% del consumo total de petróleo del planeta, lo que, en principio, no parece muy difícil de sustituir. Arabia Saudí, primer país productor de la OPEP, se ha mostrado dispuesto a aumentar en 3,5 millones de barriles diarios su producción si fuera necesario. Pero en realidad, el crudo disponible en el reino saudí es de una calidad menor que el que se encuentra bajo el suelo libio, que es más ligero, con menor contenido en azufre y con el que se obtiene carburante de forma más fácil y menos costosa.
Los consumidores se han visto obligados a evaluar otras opciones, ya que, según la petrolera Total reactivar la producción de hidrocarburos en Libia tardará mucho tiempo. «Los crudos más parecidos, aunque no idénticos, se encuentran en Argelia, Angola y Nigeria», según Bhushan Bahree, analista del gabinete especializado IHS Cera. La demanda del petróleo de estos países se disparó desde el inicio de la crisis, aumentando los precios. Pero no carece de riesgos. En Argelia también hay protestas que reclaman reformas y en Nigeria, las instalaciones petrolíferas son objetivo regular de los grupos rebeldes. GARA
El ministro italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, afirmó en Londres que su Gobierno se ha ofrecido como mediador para conseguir el alto el fuego y para gestionar el exilio de Muamar al-Gadafi en algún país africano. Su homólogo británico dijo que no está buscando un país que acoja al líder libio, pero no excluye que otros lo hagan.
Washington va a enviar rápidamente un emisario a Bengasi, núcleo de la rebelión libia, y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, junto con Hague y Alain Juppé, se reunió en Londres con los representantes de la oposición. París ha anunciado incluso el envío de un embajador a Bengasi.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, informó sobre barcos desamparados en el Mediterráneo con personas a bordo que huyen de Libia. En la noche del lunes llegaron un millar más de a Sicilia y Lampedusa, donde la situación es ya «insostenible».
Cuando esperaban el apoyo aéreo para entrar en Sirte, la ciudad natal de Muamar al-Gadafi, los rebeldes fueron repelidos a 50 kilómetros de la misma y se replegaron caóticamente hacia Bin Jawad, situada a unos 150 kilómetros al este.
Posteriormente se retiraron hasta Ras Lanuf, a 360 kilómetros al oeste de Bengasi para protegerse de los bombardeos de la artillería y esperar los bombardeos de la aviación aliada, según el portavoz de los sublevados, Mohamed Kablan. Desde el pasado fin de semana, los insurgentes han ido avanzando por la línea costera hacia el oeste desde Bengasi, amparados por los bombardeos de la coalición internacional. Según el corresponsal de la BBC en Ajdabiya, los rebeldes se encontraron con una fuerte resistencia a 50 kilómetros de Sirte. Fuentes de los rebeldes admitieron que tomar la ciudad se ha vuelto particularmente difícil porque sus habitantes apoyan a Gadafi, lo que complica a la coalición justificar un bombardeo para proteger a la población civil. Las fuerzas gubernamentales atacaron con ametralladoras y cohetes. Los combatientes de la oposición se pusieron a cubierto en las dunas para responder a los disparos antes de subirse a los camiones y tomar a toda prisa la carretera hacia Bin Jawad. Mientras huían, varios proyectiles impactaban cerca de la carretera.
Este contraataque puede ser la señal de que las tropas de Gadafi no han empleado todavía sus últimos cartuchos. Aún disponen de batallones bien formados, que pueden utilizar para contraatacar o para replegarse sobre Trípoli y organizar su defensa. Entre ellas la 32 brigada comandada por Ghamis Gadafi, uno de los hijos del líder libio. GARA