«No necesitamos comida, queremos armas pesadas»
La llegada al puerto de Bengasi de un barco con 250 heridos procedentes de Misrata ha permitido conocer en qué situación se encuentra una localidad asediada por las tropas del Ejército libio. Su situación es dramática, ya que permanece incomunicada del resto de ciudades del bando rebelde. Con el frente estancado en Brega, los pocos suministros que llegan lo hacen a través de pequeñas embarcaciones fletadas de forma clandestina desde Bengasi.
Albreto PRADILLA
Enviado especial a Libia
No necesitamos comida, queremos armas, especialmente pesadas», gritaba ayer Muftadar Rais desde la cubierta del buque «Ankara», atracado en el puerto de Bengasi. Con la única mano que le queda sana, imita el gesto de una pistola. La otra, la tiene escayolada hasta el hombro tras ser alcanzado por una explosión mientras combatía en las calles de Misrata. El testimonio de este miliciano rebelde es uno de los pocos que llegan desde la tercera localidad libia, asediada por la contraofensiva de las tropas de Muamar al-Gadafi de hace tres semanas. «Peleamos calle por calle, pero nos bombardean desde los dos lados de la ciudad», aseguró Rais, que forma parte de los 250 evacuados por un barco-ambulancia que, en las próximas horas, saldrá con destino a Turquía.
Las informaciones que llegan sobre Misrata son confusas. Apenas disponen de agua y electricidad y, como internet está cortado en prácticamente todo el país, resulta difícil saber qué está ocurriendo. «Las primeras manifestaciones fueron pacíficas, pero Gadafi sacó sus tropas a la calle. En la primera semana murieron 50 personas», aseguró Rais, quien calculaba que el total de fallecidos podría alcanzar los 250. Los heridos evacuados señalan que el número de víctimas ha descendido durante los últimos siete días. El principal riesgo ahora, según relatan, son los francotiradores apostados en las azoteas de la localidad.
Desde el 23 de febrero, cinco días después del inicio de la revuelta libia, Misrata se encuentra bajo control de los rebeldes. Pero la contraofensiva iniciada por el Ejército regular la ha dejado completamente aislada. Y con el frente estancado en Brega desde hace días, no parece probable que dispongan de vías abiertas en breve. Lo único que han logrado salvar es un pequeño espacio marítimo desde donde llegan los alimentos. «Los suministros los mandamos a través de pequeños barcos durante la noche», explicó Ali Gharsa, originario de Misrata pero residente en Bengasi.
Gharsa es el ejemplo de hasta qué punto se ha roto la comunicación entre las dos principales ciudades rebeldes. Como no tenía noticias sobre su familia, ayer se desplazó al puerto de Bengasi por si alguno de los evacuados sabía algo de ellos. Tuvo suerte. «Me han dicho que mis primos están bien, gracias a Dios», señaló.
Como Gharsa, decenas de libios se concentraron ayer junto al buque turco. Durante el desembarco, los ya imprescindibles «Allahu akbar (Dios es grande)» y alguna consigna de apoyo a Turquía. Esto resulta significativo. Dentro del maniqueísmo «país bueno, país malo» que se repite entre las filas rebeldes, Ankara no se encontraba muy bien situado, debido a sus reticencias para apoyar la operación militar de la OTAN. Probablemente por este motivo, la llegada del buque, que recogió a otros 100 heridos de Bengasi y a 40 europeos para ser evacuados, se convirtió también en un festival propagandístico para Recep Tayyip Erdogan, primer ministro turco. Apelando a esa misma ayuda humanitaria que reivindicaba Ali Dabutoylu, cónsul de Ankara, Mohamed Omar insistía en preguntar «¿por qué no están interviniendo en Misrata?». Desde el barco, también piden más armas. Y eso, que nadie era capaz de clarificar si los evacuados eran civiles o militares. Ni siquiera, si todos pertenecían al mismo bando.
El Gobierno británico informó ayer de que ha desplazado una misión
diplomática a Libia para contactar con los dirigentes rebeldes con
sede en Bengasi, según informaba AFP. La delegación está encabezada por el embajador británico en Roma, Christopher Prentice. No parecer casualidad que ocupase el puesto de embajador en Bagdad.
El aterrizaje británico coincide con los primeros pasos de institucionalización de los rebeldes, que hace poco presentaron su gabinete de crisis, algo así como el órgano ejecutor de las decisiones que se adoptan en el Consejo Nacional Transitorio, que estará liderado por Mahmoud Jibril. Teniendo en cuenta que apenas se conocen las identidades de 11 de los 31 miembros del Consejo, todo apunta a que éstas serán las figuras que darán la cara mientras que se alargue el conflicto. Curiosamente, la mayoría ostentó cargos de importancia en instituciones económicas del régimen durante la ola de privatizaciones iniciada en 2006 y que empobreció a la población. A.P.