El recibimiento al militante de Askapena Gabi Basañez, detenido el 28 de setiembre en una operación ordenada por el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz y puesto en libertad el viernes tras abonar una fianza de 60.000 euros, y a otro ex preso sopeloztarra, Jon Etxegarai, derivó en una persecución continua de agentes de la Ertzaintza hacia las 200 personas que trataban de mostrar su apoyo a los represaliados políticos.

Como todos los lunes, vecinos de Sopela se habían concentrado ante la casa consistorial para reivindicar los derechos de los presos políticos vascos. A la conclusión de la movilización estaba previsto que se tributará un sencillo recibimiento a Basañez y Etxegarai.

En esta ocasión, la concentración fue vigilada por numerosas dotaciones de la Policía autonómica; entre ellas, un par de la Brigada Móvil que acosaron a los familiares y amigos de los represaliados, llegando a ordenarles retirar algunas pancartas y las fotografías de presos que portaban.

En el transcurso de estos hechos, los agentes advirtieron a los presentes de que no iban a permitir ningún tipo de homenaje a Basañez y Etxegarai. Además, les avisaron de que, en caso de que presenciaran algún tipo de muestra de apoyo a los ex presos actuarían contra los allí reunidos.

En el interior de un local

Ante las amenazas, quienes no se resignaban a saludar afectuosamente a los recientemente liberados de las cárceles españolas optaron por dirigirse a un local próximo. Asimismo, explicaron a los ertzainas que se iba a tratar de un «acto privado», tal y como ellos habían reclamado para no reprimirlo.

Una vez en el interior de la herriko taberna de Sopela, Jon Etxegarai y Gabi Basañez fueron agasajados con bertsos y un aurresku. Dada la afluencia de personas, se tuvo que habilitar un pequeño equipo de sonido para que decenas de personas siguieran el «acto privado», controlado en todo momento por el dispositivo policial.

En un momento, los agentes se abalanzaron sobre el bafle instalado en una ventana del local y, a continuación, comenzaron los empujones y las cargas contra los reunidos, muchos de ellos en una calle totalmente tomada por las dotaciones policiales. Los ertzainas actuaron con violencia con porras y material antidisturbios, causando al menos cuatro heridos de diversa consideración, uno de ellos con una contusión en la cabeza que le causó sangre, según relataron testigos de la carga.