CRíTICA cine
«Piraña 3D»
Mikel INSAUSTI
Poco se puede decir de una película de presupuesto medio tirando a bajo que ya triplica en taquilla el dinero invertido, pese a los ataques en prensa por parte de James Cameron, quien se ha autoerigido en vigilante de la calidad técnica de las producciones en sistema 3D. Por mucho que le duela al megalómano artífice de “Avatar”, su odiada “Piraña 3D” hace las delicias del público juvenil que disfruta con la aplicación de los efectos del terror gore a la pantalla tridimensional. Alexandre Aja, de profesión «sus remakes», no descubre nada nuevo sobre la explotación descarada del erotismo sangriento, entendiendo por tal la simple contemplación de anatomías femeninas playeras combinada con la consabida carnicería visual en aguas teñidas de rojo sangriento. Lo mejor de la película acontece al principio y al final, empezando por el homenaje al Richard Dreyfuss de “Tiburón” y terminando con un embromando, sorpresivo e impactante epílogo. El resto de tamaña gamberrada es soportable, siempre y cuando uno se provea de un buen cargamento de cervezas para verla en cuadrilla.
La alusión al consumo alcohólico resulta oportuna, por cuanto “Piraña 3D” transcurre durante la fiesta estudiantil de primavera en el lago Victoria de Arizona, donde los universitarios de vacaciones se pasan todo el día y la noche remojándose por dentro y por fuera. Las actividades están a la altura intelectual de los participantes, con concursos de camisetas mojadas, raves y demás borregadas en las que hay que estar muy colocado para poder pasárselo bien. Ni qué decir tiene que los participantes en el evento, con tanto decibelio y trago encima, hacen caso omiso de las advertencias de las autoridades locales para que salgan de unas aguas infestadas de pirañas prehistóricas, las cuales han sido liberadas por un repentino movimiento sísmico en la zona. El espectador, en cambio, sí está informado de ello, mediando la intervención explicativa de Christopher Lloyd en su sempiterno registro de científico loco.