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La radiación supera ya el límite de seguridad de 30 kilómetros establecido por el Gobierno

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GARA | TOKIO

Al borde de la desesperación absoluta. Así se encuentran los operarios que trabajan día y noche por tomar el control de la central de Fukushima, y que ya recurren a remedios caseros para frenar lo que parece imparable. Ayer inyectaron una mezcla de amalgamas de serrín, periódicos y cemento en una grieta de 20 centímetros encontrada el pasado fin de semana en una fosa del reactor 2, después de que medios supuestamente más eficaces no diesen ningún resultado.

Y es que la carrera a contrarreloj que llevan a cabo desde el 11 de marzo en la central nuclear, se vió ayer aún más apretada si cabe, después de que se detectara radiación superior al límite ¯10 miliseverts por hora¯ fuera del perímetro de seguridad de 30 kilómetros establecido por el Gobierno japonés. En la localidad de Namie, a poco más de 30 kilómetros al noroeste de Fukushima, llegaron a medir 10,3 miliseverts por hora, lo que puso en alerta a las autoridades locales para tomar las medidas pertinentes, tales como aconsejar a sus habitantes que se resguarden en sus casas o como que no salgan al exterior.

Son medidas extremas que no sólo se han visto en las inmediaciones de la central, sino que han llegado a producirse hasta a 40 kilómetros del foco radiactivo, en la población de Itate, más concretamente. El Organismo Internacional de Energía Atómica llegó la semana pasada a exhortar a sus habitantes para que dejaran la localidad, si bien aseguraron al día siguiente que los niveles de radiación detectados volvieron al límite permitido nada más aplicar las medidas convenientes.

Controles pesqueros

Aún así, pocos o nadie se fía ya de lo que pueda pasar en Japón. Porque ya no es sólo la radiactividad que se pueda palpar en el aire, sino también el nivel de contaminación en los productos que se consumen. Según aseguraron ayer autoridades de la empresa que gestiona la central ¯Tepco¯, el nivel de yodo radiactivo detectado en aguas marinas próximas a Fukushima es 5 millones de veces superior al límite legal, mientras el fin de semana era aún mayor, de 7,5 millones.

Los datos y sucesos acaecidos no son, pues, nada alentadores, ya que pesqueros de la vecina provincia de Ibaraki aseguran haber pescado un tipo de pez similar a la anguila de mar con altos niveles de yodo radiactivo.

Hasta ahora Japón no había establecido ningún control para sus productos pesqueros, tal y como hizo nada más estallar la crisis con varios productos agrícolas. Pero, según indican los expertos, la contaminación del mar era muy previsible, teniendo en cuenta la filtración que los trabajadores aún no han conseguido dominar y el vertido controlado de agua que están llevando a cabo en el Pacífico.

Ante lo innegable, el ministro de Agricultura y Pesca Michihiko Kano prometió ayer que agudizarán los controles sobre los productos del mar en la zona de Fukushima y las provincias colindantes con el fin de evitar cualquier tipo de afección en humanos.

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