La tensión entre los sursudaneses está registrando una gran escalada, cuando sólo faltan tres meses para la proclamación de su independencia, lo que ensombrece su futuro próximo.

«El norte está suministrando posiblemente armas a los rebeldes y quiere que nos matemos, aunque también deberíamos darnos cuenta de que tenemos muchos problemas entre nosotros», declaró Akok Jal, antiguo soldado, desde la capital sudista de Juba.

Desde el referéndum sobre la independencia celebrado en enero, cientos de personas, entre ellas numerosos civiles, han perdido la vida en enfrentamientos entre el Ejército de Sudán y los rebeldes. Se calcula que, además, unas 16.000 personas han tenido que huir de sus hogares.

Giro radical

La votación, en la que una mayoría aplastante apoyó la secesión, así como el resto del proceso se había desarrollado pacíficamente, pero, ahora, las tensiones son cada vez más palpables.

Un periódico del norte afirmó además que un consejero del presidente del sur de Sudán, el general Alfred Ladu Gore, y otros altos responsables habrían participado en un complot de los rebeldes contra el mandatario sudista, Salva Kiir.

El general Gore desmintió las informaciones, pero no acusó a Jartum, sino que indicó que se trata de una historia «inventada en Juba» para desprestigiar su nombre y el de otros responsables.

Un antiguo alto mando de la Armada Popular de Liberación de Sudán (SPLA), George Athor, dijo ver un panorama prometedor y una transición democrática. «Queremos llegar a tener un estado democrático», aseguró.

En un intento por calmar las tensiones, el Sur de Sudán reiteró ayer la oferta de amnistía a los grupos milicianos. El llamamiento lo hizo Pagan Amum, portavoz del Ejecutivo sursudanés, y busca alejar las dudas sobre la seguridad en la región.