Rara es la franquicia basada en libros de literatura fantástica juvenil que no complete su ciclo completo de entregas, y «Soy el número 4» no va a ser una excepción, en vista de que la primera entrega ha cubierto y superado ya la inversión inicial. Era de esperar, porque el productor es el megalómano Michael Bay, mientras que de la realización se encarga D.J. Caruso, protegido de Steven Spielberg. Si a todo ello le añadimos que distibuye Disney, y que su socio Steve Jobs de Pixar aprovecha para hacer propaganda de su compañía informática Apple, se comprende la respuesta favorable de la franja de público a la que va dirigida.

Para pasar el rato.

De todas formas esa respuesta es condicionada, porque en los foros de Internet nadie, absolutamente nadie, dice que le haya parecido una buena película. La califican de entretenida, mostrando interés por saber cómo continuará en las sucesivas entregas.

Se trata de seguir la moda «Crepúsculo», en esa combinación de fantasía y romance que tanto gusta a los chicos y chicas de hoy en día. En «Soy el número 4» los vampiros enamorados son sustituidos por extraterrestres con aspecto de estudiante en edad de ligar. El argumento se basa en las novelas seriadas de Pittacus Lore, que, por su puesto, es un seudónimo.