Durante el mes de marzo varios presos políticos vascos se quedaron sin poder disfrutar de sus vis a vis debido a los traslados entre prisiones o intentos de cacheos a sus familiares y amigos.

Según informó ayer Etxerat, en Almería, por ejemplo, tres presos perdieron sus visitas por intentos de cacheos humillantes y cuatro en Ocaña I. A Aitor Fresnedo, en Castello II, los carceleros le prohibieron la visita asegurando que la petición no se había hecho debidamente, aunque el represaliado tenía el certificado de su petición.

Por otra parte, en Soria, los funcionarios de la prisión llegaron a pedir a la pareja de Iñaki Loizaga que firmara un consentimiento para poder cachear a su hija, solicitud a la que no accedió.

Por contra, en Alcalá Meco, después de hablar con la dirección, han conseguido tener las visitas íntimas durante los fines de semana.

Esta última semana también ha habido que lamentar un nuevo accidente de tráfico, aunque esta vez sin heridos. Dos amigos del preso bilbaino Julen Larrinaga sufrieron un accidente de camino a la prisión de Curtis.

En defensa de los derechos de los presos políticos vascos, 120 personas se concentraron en Burlata, 67 en el barrio iruindarra de Donibane, Arrosadia (35), Txantrea (63) e Iturrama (80).