Es como una pesadilla, donde las imágenes vienen y se van dejándote con el relato interrumpido. En la tele uno se siente metido en una especie de pesadilla. Las imágenes que van y vienen, que nunca identificas a la primera, sino que necesitas unos segundos y alguna audición para centrarte. Una de estas imágenes que me persiguen es la de unos operarios transportando con una carretilla un armario blindado por las calles de Sevilla. Dentro, se nos asegura, van las actas de unos cientos de reuniones de una dependencia de la Junta de Andalucía. Todo es una petición judicial, en este caso de una señora jueza a la que vemos reiteradamente caminando por la calle, con vestuario primaveral y algo que siempre arrastra: una maleta portafolios y ordenador con ruedas. Es un componente que parece adherido, como si fuera parte de su biografía.

Un armario blindado, que se colocará en una sala protegida y con vigilancia durante veinticuatro horas, esperando que alguien autorice a esa jueza a que revise esas actas para ver a quién puede empurar por el asunto, feo, muy feo, de los Expedientes de Regulación de Empleo autorizados por la Junta de Andalucía, donde ha existido más que irregularidades, asaltos a la legalidad y a los fondos públicos. Pero, mi pregunta es, ¿quién puede revisar tantos folios en un tiempo prudencial? ¿Es necesario este acto exhibicionista? ¿Sirve para algo? Todo se hace con dineros públicos, ¿son ilimitados en la administración de la justicia en estos casos tan mediáticos y recargados políticamente?

Uno se pregunta y otros responden: los eurodiputados son unos vividores, unos jetas, que tienen unos sueldos, unas dietas, un dinero de bolsillo sin control, y que ahora viajan en primera clase porque son los elegidos del votante que supongo empezará a considerarse un idiota (el votante, quiero decir). Lo que ganan, gastan y lo poco que trabajan estos privilegiados daría para salvar varias economías europeas. ¿Para qué sirven? Y quería empezar a contestar, pero se me ha cruzado otra vez ese armario blindado, donde deben ir las almas y los sueldos blindados de tantos y tantos funcionarios y electos que no sirven para casi nada.