Dos semanas después del inicio de la intervención militar en Libia, los jefes de las diplomacias de los países miembros de la OTAN se reúnen entre ayer y hoy en Bruselas para hacer una valoración del recorrido y tratar de vislumbrar una salida a este conflicto, que todavía parece difícil de alcanzar.

La negativa del coronel Muamar al-Gadafi a abandonar el poder que ostenta desde hace 43 años todavía se constituye como el principal problema.

El peligro está, según señaló el secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, en que los combates se alarguen en demasía, dando paso a un deterioro de la situación que podría ser aprovechada por Al-Qaeda y los islamistas, como ya sucedió en el caso de Irak.

Si Rasmussen repite que no es posible una solución militar a la crisis libia y que la urgencia es llegar a un arreglo político, es necesario intensificar los bombardeos de la OTAN, sostuvieron por su parte el Estado francés y Gran Bretaña.

Desde el 19 de marzo hasta el 5 de abril, 17 días de ataques aéreos contra el Ejército gadafista -seis de ellos realizados por la OTAN- sólo han servido para acabar con un tercio de su potencial, según una evaluación del comandante en jefe de la operación bautizada como Protector Unificado, el general canadiense Charles Bouchard.

Desde entonces, los aviones estadounidenses no han vuelto a participar en las misiones de bombardeo contra las tropas gubernamentales y los rebeldes apostados en Bengasi (este) han criticado duramente a la Alianza Atlántica por su falta de eficacia.

Medios suficientes

La organización sigue afirmando que aún tiene, a pesar de la retirada de EEUU, los medios suficientes para llevar a cabo su misión y señala que el ritmo de sus ataques aéreos no ha caído.

Bouchard señaló que hay «suficientes aviones», pero aclaró que el problema «es que el espacio aéreo está obstaculizado por aviones que no disparan, ocupando posiciones que podrían ser utilizadas por otros aparatos habilitados para abrir fuego».

El Estado francés, el país que más aviones aporta a esta operación, exigió ayer una mayor movilización de sus socios, estimando que no se está cumpliendo «suficientemente» el cometido de proteger a la población civil libia definido por Naciones Unidas (ONU).

«La OTAN quiso asumir la dirección militar de las operaciones y lo hemos aceptado. Hoy tiene que cumplir su papel, o sea evitar que Gadafi vuelva a utilizar armamento pesado para bombardear a la población», indicó el ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé.

Su homólogo británico, William Hague, antes de una reunión ministerial de la Unión Europea en Luxemburgo sobre Libia, también llamó a la Alianza Atlántica a «intensificar» sus operaciones y a decir «claramente que cualquier futuro viable para Libia implica la salida del coronel Gadafi».

Sin embargo, otros países miembros de la Alianza Atlántica que participan en la operación, como el Estado español o Italia se mostraron renuentes al llamamiento franco-británico.

«No nos parece necesario» reforzar el papel del Estado español porque la acción de la OTAN «se está desarrollando bien» y «no hay nada que revisar en este momento», afirmó en Luxemburgo el secretario de Estado español para Asuntos Europeos, Diego López Garrido.

«La OTAN ha hecho un buen trabajo» y la implementación de la zona de exclusión aérea, destinada a impedir volar a la aviación del coronel, «es un éxito», defendió López Garrido.

No obstante, precisó que «en la medida en que sea necesario intensificar la protección de civiles, seguro que la OTAN lo va a a hacer».

El jefe de la diplomacia italiana, Franco Frattini, expresó su «perplejidad» ante la posición de París y Londres, recordando que su país ya «puso varios medios a disposición» de la Alianza en Libia.

Fuentes diplomáticas italianas precisaron que Roma «no se opone a priori a participar en los bombardeos», pero que la decisión está pendiente de un debate en el Parlamento.

Por otro lado, hoy tendrá lugar la cumbre del Grupo de Contacto sobre Libia que, según el jefe de la diplomacia francesa, Alain Juppé, busca «poner en marcha un diálogo político» entre el Consejo Nacional de Transición (CNT) y «las autoridades de la sociedad civil libia» y «los que en Trípoli dicen que no hay futuro con Gadafi, que son cada vez más».