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CRÓNICA | KORRIKA 17

Gipuzkoa recibe el testigo, que cruza el «ecuador» de la carrera en Errenteria

Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa ya han acogido a esta Korrika. El cielo encapotado, que de vez en cuando soltó finas gotas de lluvia, no menguó los ánimos de sus euskalakaris, quienes mostraron una de las actitudes más reivindicativas vividas hasta el momento. Reclamaron la oficialidad del euskara. Y ésta ha de llegar «cuanto antes».

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Oihane LARRETXEA

El paisaje verde, despejado, noble...no dejaba lugar a dudas: Korrika se encontraba en Ipar Euskal Herria. LLegó a Lapurdi desde Nafarroa y a lo largo de la jornada de ayer visitó Nafarroa Beherea y, más tarde, Zuberoa. Allí dio «media vuelta» para dirigirse a Gipuzkoa. Tenía previsto cruzar el Bidasoa a las 23.00 por el puente de Santiago y llegar en pelotón desde Hendaia a Irun. Y la madrugada recibiría a Korrika por Hondarribia, Oiartzun y Errenteria, lugar en el que se fijó el «ecuador»; es decir, para cuando los lectores tengan ante sí estas líneas, ya se ha hecho la mitad del recorrido.

Volviendo a la jornada de ayer, Korrika pisó alrededor de una cincuentena de pueblos, grandes y pequeños, en los se respiró el mismo ambiente festivo. Los participantes no dejaron de animar la marcha ni un sólo instante, de reclamar, de reivindicar lo que aseguraron les pertenece. Un derecho valioso, primario y elemental, innegable. La oportunidad de poder elegir cuál es el idioma en el que desean aprender, compartir, soñar y amar. En definitiva, vivir. Y por eso, porque quieren aprender, compartir y soñar, amar y vivir, salieron a defenderla y a mimarla. El euskara les une y el euskara les sacó ayer por paisajes que brillaron de manera especial gracias a la lluvia que no descansó en toda la noche.

La madrugada gastó sus horas en Lapurdi, después de su entrada «triunfal» en Baiona, donde casi un millar de personas recibieron a la multitud que se acercó a la capital labortana.

Antes de llegar a Hazparne, Frantxua Maitia (PS), consejero general del cantón de Donibane Garazi; Battittu Coyos, miembro de Euskaltzaindia y Euskal Herriko Garapen Kontseilua fueron algunas de las personas e instituciones que levantaron el testigo. En éste último caso, además, resultó ser la primera vez.

Fueron numerosos los alcaldes que recogieron el testigo. Otro tanto hicieron en el valle de Oztibar, camino a Zuberoa, Jean Claude Agerre, de la Mesa Nacional de Batasuna, y Anje Sainte-Marie, de Abertzaleen Batasuna.

Hubo muchos momentos emocionantes en el cambio de testigo. Uno de los más significativos ocurrió a las puertas de Maule, cuando lo recogió Margarita Etxart rodeada de un gran grupo de niños. Profesora ya retirada, fundó la ikastola de la capital zuberotarra hace 30 años y ayer fue una de las pequeñas protagonistas, como un guiño a su esfuerzo y al aniversario de la apertura del centro educativo.

Por la oficialidad

Y es que ayer destacó de manera especial la alta participación de niñas y niños, que no desaprovecharon la oportunidad de destacar la presencia de las ikastolas en Iparralde y, por lo tanto, la importancia de recibir una educación euskaldun.

Con el lema «Garazin ere euskaraz!» a todo volumen, Korrika pisó Donibane Garazi, la cuarta capital del periplo de Korrika. Una joven repetía el lema con ganas. Ihintza Oxandabaratz lo hacía con conocimiento de causa. Vecina de la capital bajonavarra, abogó por una «política lingüística que tenga en cuenta el euskara» y aclaró que «no puede demorarse más». La ley tendría que traer, de manera «automática», la oficialidad de nuestra lengua, hoy relegada por la instituciones francesas a un segundo plano «que no se merece». «Lucharemos duro por conseguirlo», dijo firmemente. A ella no le sorprendió el gentío que seguía la marcha porque en Ipar Euskal Herria «estamos con el euskara, lo amamos y, por eso, debemos darle un empujón».

Jakes Bortairu, coordinador de AEK en Ipar Euskal Herria, coincidió en subrayar la necesidad de que el euskara sea oficial. Para ello, como explicó, han de darse estas tres condiciones: en primer lugar, el conocimiento del euskara; en segundo, que el euskalakari se sienta orgulloso de serlo; y, por último, una ley lingüística que la proteja.

Para que un idioma siga existiendo es necesario su uso, y según Bortairu ahí está la clave de todo: «Si no lo usamos no lo impulsamos». Pero alertó de no caer en la tentación de culpar a la persona que no lo hace, porque «nuestra gente ha sufrido muchas persecuciones por emplear nuestro idioma y eso sería caer en el mismo error».

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