Jon Gurutz Olaskoaga, José Manuel Castells (*) Profesores de la UPV
Itsasondo: 80 aniversario
Ahí está el ejemplo para otros momentos nada estelares de la historia, como pueden ser catalogados los actuales, pese a que se vislumbran ciertas luces que permiten dosis moderadas de ilusión
Hay situaciones en la historia que nos denotan a pueblos ilusionados por su porvenir inmediato. Son momentos de previsible cambio en que todo parece factible por el bien común. Una de esas épocas fue la instauración de la segunda República española, el 14 de abril de 1.931: nuevo régimen que debía suponer -y supuso- la ruptura con los demonios seculares de la sociedad española: una monarquía centralista y oligárquica, un militarismo desaforado, un clericalismo sórdido, una economía latifundista. La transición se hizo en paz y alegría y la ilusión era perceptible por doquier. También en el País Vasco se perciben parecidos sentimientos, comenzando por la reivindicación política del autogobierno.
La primera manifestación colectiva, el propio 17 de abril, se virtualiza en el movimiento de alcaldes dirigido por un joven llamado José Antonio de Aguirre. No pudieron reunirse en Gernika porque lo impide galanamente una compañía de ametralladoras; pero realizan desde la cuneta obligada, una declaración pro República vasca federada a la República española. No es anecdótico que la permisibilidad republicana por la igual declaración catalana emitida por Maciá sea tolerada, mientras que la represión cae de plano sobre los representantes vascos. Es en este contexto cuando al día siguiente, 18 de abril, hoy hace 80 años, en Itsasondo, su alcalde, el industrial José Manuel Sarasola Zalacain, propone y se acuerda por unanimidad una hermosa declaración en línea con la reivindicación del movimiento de alcaldes.
Es preciso hacer notar que de los seis concejales, dos eran independientes; otro carlista y otro de UGT. Parece pertinente mencionar el contenido, del que debe de destacarse su claridad, incluso su modernidad conceptual: «En este momento histórico en que ha desaparecido el régimen destructor de nuestra libertad política como Nación, ante el hecho de la nueva estructuración del Estado Español, después de afirmar los derechos naturales e históricos que como tal Nación le corresponden, reclama como primer acto de autodeterminación del País Vasco la proclamación de la República Vasca confederada con las demás Repúblicas Ibéricas...».
Una breve semblanza sobre esta declaración, que debió de ser la primera de la época por parte de un municipio vasco reclamando la autodeterminación. La afirmación republicana en primer lugar como punto final de un pasado aberrante. Segundo: la afirmación de un sistema confederal de articulación de las realidades políticas existentes en el Estado. Tercero: la proclamación de una Nación vasca dotada de derechos históricos. Cuarto: inesperadamente, pues a la sazón su reivindicación se estilaba más bien en la izquierda, la consideración de este acuerdo municipal como un primer paso de un proceso de autodeterminación del País. Una gota en el mar exultante del momento histórico, pleno de esperanza, que debe ser valorado en su justa medida.
La gallardía de un pleno unánime sumándose con buen tino a una corriente expansiva y en una dirección rupturista hacía de la decisión de Itsasondo un exponente ilusionante precursor de nuevos tiempos.
El futuro no coincidirá con tales voluntades. El propio alcalde sería cesado con ocasión del conflicto del vino (1.934) y duramente represaliado cuando los «vencedores» aplastan a los vencidos (1.936 y...). Sin embargo ahí está el ejemplo para otros momentos nada estelares de la historia, como pueden ser catalogados los actuales, pese a que se vislumbran ciertas luces que permiten dosis moderadas de ilusión. Tal vez la más relevante, ese proceso abierto hacía una paz civil que suponga una reconciliación entre hermanos. Aunque los postulantes, como en 1.936, de una victoria militar se encuentren al acecho y dispuestos a darlo todo por los ideales de una derecha reaccionaria. Que aquella declaración del Ayuntamiento de Itsasondo sea uno de los referentes en estos tensos y decisivos momentos.
(*) También firman el artículo Xabier Ezeizabarrena, Joxerramon Bengoetxea y Pedro Ibarra