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Raimundo Fitero

Cerco

 

Pongámonos situacionistas domingueros. No sigamos consignas, ni cantos de partidos. Los charlatanes están en cualquier esquina. La tele no da muchas alternativas. La radio es un gol en estado de expansión. ¿Qué prefieres carne o pescado? Eres libre, puedes elegir. La carne está alimentada con piensos no controlados y el pescado está fresco porque sale del congelador. No busques más. Entrégate. Manos arriba. Esto es la democracia, el estado del bienestar, el paraíso del inversionista.

¿Qué hacemos con las compañías que nos dan los servicios básicos de telefonía, luz, gas y agua? Sin teléfono, ni conexión a internet, ni luz para cargar las pilas de los aparatos o para que funcione el frigorífico no se concibe la vida. Ni sin gas, ni agua, ni gasolina en los surtidores. Todos estos servicios básicos, esenciales, irrenunciables, ya no los proporciona el estado en sus diferentes disfraces, sino empresas privadas. Mejor dicho, empresas que fueron públicas y se privatizaron para convertirse en una suerte de plan de jubilación especial para políticos, especialmente con mando en el boletín oficial correspondiente. Una mutua para presidentes. O algo así.

La operadora de telefonía con la que convivo desde hace siglos, presenta unas cuentas fantásticas, reparte nos dividendos y sobresueldos escandalosos a sus ejecutivos, y al día siguiente anuncia un recorte de personal del veinte por ciento. Jubilaciones anticipadas entre otras soluciones. Es decir, a pagar todos los contribuyentes las juergas de esos gestores politizados en cuanto son nombrados por su pertenencia a los dos partidos políticos que parecen uno.

Pasa lo mismo con la luz y el gas, con ex-presidentes españoles que cobran cientos de miles de euros anuales, además de su indecente pensión vitalicia, y no sabemos para hacer qué. ¿A qué se dedican? ¿Son comerciales de esas empresas? ¿Visitan a otros comisionistas para hacer negocios? ¿En nombre de quién? Pero si me cambio de operadoras para esos menesteres ¿a dónde voy que sea una empresa limpia? No existe esa posibilidad. Todas tienen padrinos. Es decir, esta democracia ideal se parece cada vez más a una red mafiosa. Estamos cercados. Recibos salvajes.

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