La intoxicación como arma recurrente
En el último ejemplar de «Zutabe» ETA desmiente que quisiera atentar contra el lehendakari, Patxi López, en junio del año pasado, tal como fue difundido hace unas semanas a raíz de la detención de cuatro personas en Bilbo y Galdakao. La organización armada recuerda que en febrero de 2010 ya había adoptado de la decisión de no llevar a cabo «acciones armadas ofensivas», señala que el Gobierno español tenía conocimiento de ese hecho y alerta de las intoxicaciones del Ejecutivo. Aquel supuesto plan contra López y el consejero de Interior, Rodolfo Ares, fue aireado por la mayoría de los medios y utilizado para presionar a la izquierda abertzale, en un contexto en el que Sortu había hecho aparición en la escena pública poco antes.
El uso de la intoxicación como arma política no es nuevo para los poderes del Estado español. Basta recordar lo que se decía en el tristemente conocido Plan ZEN y la cantidad de versiones oficiales que con el tiempo se han demostrado falsas. La mentira como herramienta es común a los diferentes gobiernos que han llevado las riendas de los estados español y francés, y este hecho no debería pasar desapercibido para los agentes políticos vascos a la hora de interpretar la realidad.
También la tortura es utilizada como instrumento político. En la operación policial de la que salió la «noticia» del plan para atentar contra López, desarrollada por la Guardia Civil, se produjeron denuncias de fuertes torturas por parte de los detenidos, incluyendo una violación. Un relato, el de las torturas, que se ha repetido después de las últimas detenciones, y son miles los ciudadanos y ciudadanas vascas que en los últimos años han pasado por el mismo tormento. El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, pedía ayer desde Durango «más pasos adelante» a la izquierda abertzale y «un paso atrás» -se refería a la renuncia definitiva de las armas- a ETA. Que su Gabinete se decidiera por dar algún paso en dirección positiva sin duda ayudaría a asentar un nuevo escenario y avanzar hacia un proceso resolutivo en este país. Puede empezar por no torturar. Y tampoco mentir.