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«Cazadores de ballenas», en el Museo Naval

Viaje en el tiempo a la búsqueda de la aventura en Labrador y Terranova

Hasta los propios responsables del Museo Naval se mostraban sorprendidos porque, hasta ahora, una parte de nuestra historia tan importante como la caza de la ballena no haya sido objeto de una exposición en Euskal Herria. Ahora, sí la hay y está en el puerto de Donostia.

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Amaia EREÑAGA | DONOSTIA

Entre una imagen y otra no sólo media una diferencia de siglos, sino también de medios e incluso de mentalidad: en un lado de la sala, casi al fin de la exposición que hoy se inaugura en el Museo Naval de Donostia, cuelga un arpón torcido, por el uso probablemente, y que por sus dimensiones da una idea de lo que tenía que arriesgarse un arponero para cazar una ballena. Enfrente, una especie de arpón-escopeta y, peor aún, al lado, algo así como un arpón-lanzagranadas de los años 60, utilizado por un barco gallego. Sólo unas cifras para visualizar la diferencia entre ambas prácticas: de 400 piezas por temporada que cazarían los vascos en su época de máximo esplendor en el Labrador -siglos XVI-XVII- pasarían a las 37.000 capturadas, por ejemplo, en 1964, por los balleneros internacionales.

Las imágenes cedidas por Greenpeace, colgadas como colofón de la exposición del Museo Naval, ilustran la crueldad de una práctica que ya no tiene razón de ser y que hubiera desaparecido, gracias a la moratoria firmada por una treintena de países en los años 80, si no fuera por la excepción de Japón y Noruega. Sin embargo, no se puede obviar que la caza de la ballena en el pasado tiene un elemento de aventura y de interés histórico innegable, teniendo en cuenta, además, que la «memoria histórica ha minimizado la presencia vasca», como apuntaba ayer Josemari Unsain, comisario de «Belazaleak. Cazadores de ballenas».

La muestra, que se inaugura hoy, permanecerá abierta hasta abril del año que viene, aunque algunos de sus contenidos irán variando debido a su fragilidad que impide que estén a la vista del público, aunque sea protegidos, más de tres meses.

Al final del puerto donostiarra, casi pegado al Aquarium, está uno de esos museos que son una pequeña joya en sí. El coqueto Museo Naval celebra este año el veinte aniversario de su apertura y lo hace con esta inmersión en la tradición ballenera vasca, que es, además, la primera muestra realizada en Euskal Herria con una visión global de esta práctica. Con fondos de diferentes archivos y centros guipuzcoanos, así como aportaciones de particulares y centros de fuera como el gallego Museo Masó o el canadiense Parks Canadá, se propone a los visitantes un viaje en el tiempo que nos retrotrae a la Edad Media, con las primeras referencias a la caza con arpón en el Cantábrico. Un nuevo salto y nos colocamos en el XVI, con el «descubrimiento» de que, además de bacalao, en Terranova había ballenas, se produce el auge de la empresa ballenera vasca, con Lapurdi y Gipuzkoa como centros neurálgicos. Durante dos siglos la actividad, tanto vasca como internacional, fue importante, aunque nuestro ocaso llegó en el XVIII.

En este recorrido hacia el pasado, nos podemos encontrar con la réplica de chalupa ballenera del XVI confeccionada en los astilleros Albaola en Pasaia, y que se utilizó en la vida real para la expedición a Canadá en 2006 denominada «Apaizac Hobeto». Hay barbas de ballena, un resto de mandíbula hallada en el sustrato medieval del Palacio Zarautz de Getaria (podría estar datada en el siglo IX), arpones, un relieve del XVI de la desaparecida casa-torre Urazandi de Deba, un testamento redactado en la Nochebuena de 1584 por Joanes Etxaniz en Puerto Breton...

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Entre los documentos que se pueden ver se encuentra la primera edición del «Manual Devotionezcoa» (1669), de los fondos del centro Koldo Mitxelena y que se muestra en público por primera vez. Incluye tres oraciones en euskara para rezar antes y después de matar a la ballena.

La huella vasca en Buttes, Patrimonio de la Humanidad

En la presentación de ayer se encontraba presente el doctor Michael Barkham, hijo de Selma Huxley, una de las mayores investigadoras de la presencia vasca en Terranova, Labrador y el golfo de San Lorenzo. Sin ella, como apuntó la directora del Museo Naval, Soco Romano, «la historia de los vascos en la ballena no sería la misma». Según anunció Barkham, es posible que el antiguo puerto vasco de Buttes sea declarado Patrimonio de la Humanidad, con lo que se convertiría en el único lugar en Labrador con histórica presencia vasca en obtener esa denominación. La exposición donostiarra incluye también algunas réplicas e información de las investigaciones efectuadas en Red Bay, desde donde se fletaban al menos quince barcos por temporada destinados a la caza de las ballenas que se encontraban migrando entre las costa del Labrador y de Terranova. Hay calzado, barriles donde guardar lo cazado -de las ballenas aprovechaban todo-, así como una réplica de una nao hallada allí, datada en el siglo XVI y que posiblemente sería la San Juan. Construida en Pasaia, de tres mástiles, se hundió con una carga de mil barricas de aceite de ballena. A.E.

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