La última declaración en contra de la deriva neoconservadora de la Iglesia vasca la suscriben 70 sacerdotes diocesanos, religiosos y laicos que, desde el Concilio Vaticano II y durante cuatro décadas, se han reunido una vez al mes en el llamado ``Curso de Teología''. El objetivo del grupo, tal y como lo explican, ha sido «actualizar nuestra fe y revisar nuestra pastoral a la luz de las grandes líneas del Concilio. Ello -subrayan- nos ha ayudado en gran parte a poner ilusión y esfuerzo en la evangelización y renovación de nuestras parroquias, comunidades y grupos».

En los últimos meses, este colectivo ha tratado de tomar el pulso al sector del clero y de la comunidad diocesana navarra con el que se sienten más identificados. Así, han impulsado una encuesta, de la que se desprenden que la Iglesia católica en Nafarroa se enfrenta a la progresiva secularización de la sociedad y a la «involución doctrinal» en su seno, especialmente entre la jerarquía.

Citan la «involución doctrinal» pero también el «olvido consciente de muchos elementos del Concilio Vaticano II, obsesión por la ortodoxia de la doctrina y de la fe, reduciendo al silencio a teólogos que buscan más autenticidad y actualización del mensaje cristiano». También les preocupa que los jerarcas sólo busquen el apoyo de la derecha política y advierten del «restauracionismo preconciliar de una iglesia piadosa, pero enfrentada y beligerante con algunos aspectos de la cultura moderna».

«Nos preocupa que se esté potenciando más la `iglesia piramidal', con cierto autoritarismo por parte de la jerarquía, que exige una obediencia acrítica y que anula y margina más y más a los laicos, especialmente a las mujeres», señalan en su misiva al arzobispo de Iruñea y obispo de Tutera, Francisco Pérez, en términos similares a los planteados por otros católicos vascos a sus pastores.

Sacerdores marginados

No ocultan su «desconcierto» porque curas y miembros de la Iglesia navarra fieles defensores del Concilio «son marginados» mientras elementos neoconservadores son «supervalorados» por el también arzobispo castrense y lo fueron por el ultramontano Fernando Sebastián.

Mencionan que se construye una iglesia «vertical y clerical», evitando constituir el Consejo Pastoral Diocesano que da cabida a los seglares y no potenciando los consejos pastorales parroquiales, dejando el control en manos de la curia. Al contrario que en el resto de diócesis vascas, en Iruñea no existe la Comisión de Justicia y Paz, ni el Secretariado Social, que buscan aportar desde el cristianismo a situaciones y problemas sociales y políticos.

Los firmantes del manifiesto abogan por un proyecto pastoral «consensuado entre todos», aunque confiesan que en la actual situación de la Iglesia en Nafarroa es «difícil». Para ello, estiman, sería necesario que «se aceptara un legítimo pluralismo teológico y pastoral y que hubiera un verdadero diálogo entre las diversas mentalidades y tendencias».

El rumbo imprimido al proceso evangelizador, a su juicio, impide responder eficazmente a la secularización «excesiva y al laicismo» pujante en la sociedad actual. A pesar de ese análisis, comunican a Francisco Pérez que seguirán trabajando mes a mes en el ``Curso de Teología'' para atender a las necesidades de pobres, parados, y marginados en la sociedad y en la Iglesia. «Nos parece importante que se reconozca el pluralismo cultural, teológico y pastoral de la diócesis, también por nuestra parte», precisan, antes de reiterar que seguirán abogando por la promoción de laicos y mujeres en el seno de la comunidad diocesana navarra.