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Misrata sigue bajo las bombas pese al anuncio de la salida de las tropas de Gadafi

El anuncio de que las tropas leales a Gadafi podrían abandonar Misrata o la irrupción de los aviones estadounidenses no tripulados no modificaron la rutina de la localidad libia, que continuó padeciendo bombardeos ininterrumpidos. Al menos 25 personas murieron en la ciudad sitiada desde hace dos meses.

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Alberto PRADILLA | Enviado especial

«Misrata es libre. Los rebeldes han triunfado. Los miembros de fuerzas de Gadafi o están muertos o huyen». El triunfalista anuncio realizado por Gemal Salem, portavoz de los rebeldes en Misrata, a la agencia Reuters, no tuvo su reflejo en el número de víctimas registradas ayer en el hospital Hekma, el principal centro médico de la tercera localidad de Libia. En total, más de 25 personas murieron y decenas resultaron heridas durante los intensos combates registrados ayer en la ciudad. Unos enfrentamientos que se concentraron en torno al hospital Misrata, el único punto donde todavía se mantiene una bolsa de leales a Gadafi a lo largo de la calle Trípoli, donde se ha concentrado el frente desde que la localidad expulsó a gadafistas tras la revuelta del 17 de febrero.

Ni el anuncio del insurrecto Gemal Salem, ni el pronunciado por el viceministro de Exteriores libio, Khaled Jaim, que aseguró que retirarán las tropas que asedian Misrata desde el inicio de la revuelta hace dos meses para dar paso a las tribus de las localidades cercanas, cambió excesivamente la rutina de la ciudad. Desde primera hora de la mañana, los bombardeos castigaron algunos barrios y sólo se interrumpieron entre las 13.00 y las 16.30. A partir de las 21.00 llegó nuevamente la calma. No obstante, sí que podía escucharse el sonido de los aviones de la OTAN, más presentes en Misrata durante los últimos días. De hecho, EEUU anunció el primer ataque lanzado por un avión no tripulado, que habría bombardeado las lanzaderas gadafistas apostadas en las afueras de la localidad.

«Estamos muy nerviosos»

«No tomen fotografías, no puedo garantizar su seguridad». Khaled Abu Falgha, administrador del hospital, definía la tensa situación que se registraba ayer al mediodía en el interior del centro médico. Allí, en el parking del interior del recinto, se ha instalado una carpa donde se atiende rápidamente a los heridos más graves. «La situación es muy tensa, estamos todos muy nerviosos», justificaba Abu Falgha, minutos después de que un miliciano hubiese amenazado a los fotógrafos que esperaban la llegada de las ambulancias.

Desde el mediodía, el hospital recibió una continua procesión de ambulancias que transportaban a las víctimas tanto de los Grad gadafistas como de la ofensiva lanzada por los rebeldes para tratar de controlar por completo la calle Trípoli. En menos de 15 minutos, llegaron siete vehículos medicalizados y algunos más civiles, con tres muertos, un herido que falleció después a pesar de que los sanitarios trataron de reanimarle y un número indeterminado de heridos de diversa consideración.

Una tendencia que se mantuvo durante toda la jornada. Aunque el centro médico no acoge sólo a los milicianos rebeldes. También a gadafistas. Y, frente a las especulaciones de los últimos días que aseguran que Gadafi podría haber retrasado las posiciones de sus oficiales para lanzar a civiles contra Misrata, los lealistas que llegaban ayer al hospital vestían el uniforme del Ejército libio.

Los rumores sobre un cambio de estrategia por parte de Gadafi tampoco son nuevos. Ya se habló de ellos hace dos semanas, durante la ofensiva lanzada por las tropas leales al régimen contra Ajdabiya, cuando los insurrectos aseguraron que las tropas lealistas avanzaban en coches de civiles para dificultar los ataques de la OTAN. En Misrata, Gadafi ha intentado diversos modos de quebrar las defensas rebeldes. Primero, con los tanques en el interior de la localidad. Después, combinando el avance de tropas terrestres con bombardeos. Ahora, está por ver a qué se refiere cuando habla de dejar Misrata en manos de «las tribus» para que resuelvan la situación mediante «la negociación o la fuerza». Resulta difícil pensar que no se trate de los mismos milicianos que ya combaten en sus filas.

«Gadafi dice ahora que quiere retirarse. Eso es mentira. Lo que ocurre es que somos fuertes y le hemos hecho retroceder», aseguraba un miliciano en las inmediaciones del edificio Taminah, al inicio de la calle Trípoli. Hasta hace tres días, el inmueble era uno de los puntos más peligrosos de Misrata, después de que varios francotiradores leales al coronel mantuviesen sus posiciones durante varias semanas. Finalmente, fueron abatidos por los rebeldes. La avenida es ahora una zona devastada a la que, por primera vez en dos meses, algunos civiles se atreven a acercarse.

 

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