Raimundo Fitero
Derecho canónico
Según aseguran los especialistas en derecho canónico, alguien que esté casado por lo civil, no puede enseñar religión católica. Catecismo, para entendernos. El matrimonio para esta secta solamente tiene validez si es el suyo. Lo demás son contratos antinaturales. Correcto. Lo que sucede es que imponen sus criterios medievalistas en demasiados órdenes de la vida civil. Se imponen al propio Estado, pese a vivir del dinero que ese Estado le proporciona. O ese Estado, en algunas de sus representaciones de supuesta entidad democrática, no solamente cumple con los deseos de la secta, sino que consideran que ocupar las calles de todos, durante tantas horas, días, por sus miembros más siniestros con sus disfraces terroríficos, sus músicas atronantes, su olor a velas y sus gritos de poseídos, sea algo protegido, promocionado, apoyado, mientras una manifestación laica en forma de procesión se pueda prohibir.
No hablemos ya de las televisiones públicas, que se convierten en plataformas de difusión de esas tétricas manifestaciones de una tradición ancestral que manda un mensaje retrógrado, que está claro son expresiones de una entrega fuera de la razón a unos extraños ritos de auto-lesión. ¿Las ofrecen por creencia, por adscripción ideológica, como manifestación religiosa, como espacios de entretenimiento o como simples muestras del atraso cultural? Si dejaran comentar desde la antropología urbana, social o religiosa esas actividades tan oscuras, folclóricas, manipuladas, turísticas, entonces podrían tener su cabida, pero como son una imposición, una muestra más del atraso democrático de estos entes, que atienden solamente a una parte de la sociedad olvidándose de la inmensa mayoría y de la definición del Estado como aconfesional y laico.
Por cierto, diez años ha tardado el TC en dar la razón a una profesora de religión a la que no se le renovó el contrato por haberse casado con un hombre divorciado. Diez años son en este caso un crimen de lesa justicia. La mujer aparece en la tele y da muestras de su buena educación, de su categoría democrática y tolerancia frente al nacional catolicismo español. Necesitamos un poco más de derecho romano.