Me ha escrito indignada una lectora: «¿De todo tiene la culpa Zapatero? ¿Qué hubiera pasado si hubieran estado los otros?» ¿Los otros? ¿Pero hay otros? ¿Y quiénes son los otros? ¿Y si hay otros... habrá unos?

El inolvidable tango Siglo XX, de Discépolo, constituye una inobjetable prueba de la existencia de unos y otros: «Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos... si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, ¡da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón!»

Pero aunque el tango corroborase la alternancia de los unos y los otros, sea en la impostura o sea en la ambición, yo necesitaba distinguirlos así fuese revolcaos en un merengue.

Me puse entonces a repasar archivos y a escrutar memorias, a inventariar mentiras y silencios; cotejé operaciones de paz y guerras humanitarias; deduje la cotización del interés de España; sumé y resté hipotecas, desahucios, beneficios; revisé las cuentas de la banca; compulsé las ganancias del comercio y la industria; calculé el paro, el desempleo, los recortes sociales, la venta de los bienes del Estado, la vulneración de todos los derechos; la corrupción desbocada y rampante...

Y no conforme con ello, aún fui más lejos, confirmé la vileza de sus intenciones, la impunidad en que se amparan, la violencia de sus métodos, la desvergüenza en la que siempre son los unos y los otros... pero seguí sin hallar la diferencia.

Hasta que un buen amigo resolvió el acertijo y me sacó de dudas: «los otros sólo son la otra manera de ser los mismos... los otros son los unos».