Maite SOROA | msoroa@gara.net
Siguiendo el diktat
Al final el Supremo tumbó las listas de Bildu y, a la espera de lo que diga el Constitucional, algunos se las prometían felices. Por ejemplo, el editorialista de «El Mundo» que, sin conocer los argumentos de los jueces, se frotaba las manos: «A la espera de conocer los argumentos jurídicos contenidos en el fallo -y el voto particular de los seis magistrados de la minoría-, el tribunal ha dejado fuera de las elecciones a Bildu por considerar que la coalición era un instrumento de Batasuna para burlar su ilegalización y regresar así a las instituciones». Se pueden imaginar su satisfacción: «Así lo sostenían, con numerosas pruebas aportadas por informes policiales, los recursos de impugnación presentados por la Abogacía del Estado y la Fiscalía General. La decisión del Supremo es de una enorme trascendencia».
Pero tengo para mí que algún temor alberga. «Los candidatos procedentes del mundo proetarra, además de presentar declaraciones genéricas de repudio de la violencia, iban de la mano de dos partidos legales y democráticos como EA o Alternatiba. Es por ello que en los últimos días habían arreciado las presiones sobre el tribunal -de los partidos nacionalistas, pero también de un sector del PSOE- alertando acerca de la gravedad que tendría para la democracia impedir que formaciones legales concurriesen a las elecciones. Sin embargo, el tribunal ha considerado que tanto EA como Alternatiba han permitido conscientemente que Batasuna instrumentalice sus listas, por lo que ahora deberán hacer frente a las consecuencias». Cuando hable el TC, seguro que dicen otras cosas.
Pero por el momento sigue feliz: «tenemos que felicitarnos de que el Supremo -aunque sea por mayoría de la Sala y sin unanimidad- no se haya dejado arrastrar por los cantos de sirena de quienes desean blanquear a Batasuna, o lo que es lo mismo quienes quieren facilitar la vuelta de ETA a las instituciones sin que la banda terrorista haya anunciado que deja las armas definitivamente ni mucho menos esté dispuesta a reparar a las víctimas. La Sala del 61 del Supremo, encargada de garantizar el cumplimiento de la Ley de Partidos, ha vivido semanas decisivas en las que por medio de las resoluciones sobre Sortu y Bildu, ha reforzado la vigencia de una ley pactada, por cierto, por los dos principales partidos».
O sea, que ha sido una decisión política. Eso ya lo sabíamos.