CRíTICA cine
«Bebés» El primer año
Mikel INSAUSTI
Hace poco un video casero de dos bebés manteniendo una conversación ha dado la vuelta al mundo a través de la red con millones de descargas, pues resultaba muy gracioso en su brevedad, al mostrar a la parejita en pañales imitando los gestos de los adultos y sus discusiones a base de repetir con enorme convicción un par de monosílabos. El actor y productor francés Alain Chabat ha querido completar un largometraje documental reuniendo ese tipo de situaciones simpáticas, pero grabadas en cuatro localizaciones de África, Mongolia, Japón y los Estados Unidos por el realizador Thomas Balmès. Es un experimento que tiende a caer en el obstáculo, por otra parte predecible, de la reiteración. No sería mayor problema si lo que de repetitivo hay en “Bebés” se quedase en la superficie, pero afecta también a su contenido y a la conclusión a sacar. Y es que la respuesta a las preguntas que se plantean sobre la influencia del diferenciado contexto cultural en el primer año de vida de las personas, así como de los distintivos tipos de educación existentes en cada lugar visitado, acaba siendo la de que en el fondo los recién nacidos son parecidos en todas partes, al igual que el cariño que reciben de sus padres, independientemente de su raza o idioma.
Balmès se ha decantado por la siempre arriesgada narración de estilo contemplativo, prescindiendo de la voz del narrador, los diálogos, rótulos y demás posibles recursos explicativos. La belleza y fuerza expresivas se sustentan casi por completo en la imagen desnuda, lo que obliga a otro nuevo tour de force al compositor Bruno Coulais para utilizar la música a modo de elemento sustitutivo del desarrollo dramático, cada vez que se dejan de oír los balbuceos, llantos o gritos de los dos niños y las dos niñas protagonistas. Cuando suena la canción central de Sufjan Stevens la película pierde la naturalidad de la improvisación y adquiere una estética de estilo publicitario, no muy alejada de la que lucen las campañas mediáticas de Unicef.