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Familiares, amigos y admiradores dieron el último adiós al escritor argentino Ernesto Sábato

El sepelio iba a concluir la noche del pasado sábado tras su muerte, pero la innumerable cantidad de gente que se acercó obligó a continuar ayer con la despedida del escritor, ensayista, físico y pintor argentino.
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GARA | BUENOS AIRES

Familiares, amigos y admiradores de Ernesto Sábato despidieron ayer los restos del escritor argentino fallecido este pasado sábado a los 99 años, en un cementerio privado a las afueras de Buenos Aires. El sepelio iba a concluir en la noche del sábado, pero continuó ayer ante la innumerable cantidad de gente que se acercó para dar su último adiós a esta figura icónica de la literatura argentina.

El escritor, ensayista, físico y pintor argentino escribió tres novelas: «El túnel», «Sobre héroes y tumbas» y «Abaddón el exterminador», pero, adémas, fue autor de innumerables ensayos sobre la condición humana. Murió este sábado en su casa de la localidad bonaerense de Santos Lugares, en la que residió en los últimos 50 años.

Ricardo Alfonsín, candidato presidencial por la Unión Cívica Radical, destacó el «compromiso con la justicia, la democracia y los derechos humanos» de Sábato y resaltó que el escritor será recordado como una «referencia ética fundamental». «Sábato siempre será relacionado con la democracia porque dio un ejemplo de compromiso con ella y con los derechos humanos», sostuvo al aludir al papel que el escritor desempeñó en 1984 como titular de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep), durante la presidencia de su padre, Raúl Alfonsín.

La Conadep redactó el informe «Nunca más», una obra clave que relató los horrores de la última dictadura militar (1976-1983) y fue la base de muchos de los juicios contra los represores del régimen de facto.

La dirigente política y escritora Graciela Fernández Meijide, quien integró la Conadep, destacó ayer el «coraje» de Sábato al «meterse a investigar los crímenes del terrorismo de Estado». «Trabajaba 18 horas y se indignaba cuando averiguaba los horrores de la dictadura», comentó Fernández Meijide antes de valorar esa misión «en momentos en que nadie sabía si los militares podían volver a asaltar el poder».

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