Belén MARTÍNEZ Analista Social
Extrema derecha
Parece que el litigio derecha-izquierda toca su fin. Desde hace algo más de dos décadas, asistimos a un auge de los discursos populistas y ultranacionalistas que tanto agradan a la extrema derecha. Discursos, prácticas sociales y normas que preconizan un individualismo exacerbado, capaz incluso de dinamitar las bases institucionales que permiten la solidaridad entre las personas asalariadas, mediante la suspensión de la negociación colectiva. Populismo es también la estigmatización y exclusión de mujeres que llevan velo o burqa, apelando a la igualdad de mujeres y hombres, pero sin haber acometido la igualdad salarial real por un mismo trabajo o un trabajo de igual valor. Populismo es penalizar ciertas dependencias, a la vez que se instauran otras, como la adicción a la seguridad en los ámbitos urbano y social.
Las políticas ligadas al miedo comienzan de forma sutil: abuso reiterado de deslizamientos semánticos que establecen relaciones peligrosas entre los términos «perturbación» o «grave riesgo» y la noción de «tranquilidad pública». Luego, una particular taxonomía: nosotros/ ellos; autóctonos/extranjeros. El país sería la propiedad que no se transfiere a quienes pertenecen a la categoría «ellos» y «extranjeros»: romaníes, zíngaras, gitanos, inmigrantes, `sin papeles', refugiadas, minorías nacionales...
... Las políticas del miedo se extienden a la negación al «Otro» diferente de la legitimidad social de la que se benefician otras personas, grupos o comunidades, incluida la representación política. El miedo está ligado a la idea de un mundo ultrasecurizado. Además de objeto de dominación, el miedo es un mercado pujante y lucrativo.