EEUU y sus aliados apelaron ayer a extremar la vigilancia después de la muerte de Osama Bin Laden, por temor a represalias, consideradas inevitables por expertos a pesar del debilitamiento de las redes de Al-Qaeda.

La Interpol advirtió sobre la posibilidad de «un riesgo terrorista más elevado». «El terrorista más buscado del mundo ya no está, pero la muerte de Bin Laden no significa la desaparición de las organizaciones afiliadas o inspiradas por Al-Qaeda», destacó. La Europol, su homóloga europea, dijo que «es natural que surja cierto instinto de venganza».

«Incluso si Bin Laden está muerto, Al-Qaeda no lo está. Es casi seguro que los terroristas tratarán de vengarlo», afirmó el director de la CIA, Leon Panetta, cuya agencia dirigió la caza del jefe de Al-Qaeda.

Varios países, con EEUU y Gran Bretaña a la cabeza, anunciaron un refuerzo de la seguridad de sus intereses en el extranjero. Londres y París alertaron contra un «optimismo excesivo».

Pero frente a la euforia de Occidente, la noticia fue acogida también con críticas, sobre todo por los movimientos islamistas. Hamas, Al-Qaeda de la Península Arábiga (AQPA) en el sur de Yemen, el Movimiento Talibán de Pakistán (TTP), el predicador islamista Omar Bakri o Irán fueron algunas de las voces críticas.

Sin duda, EEUU es el país más amenazado por eventuales represalias. «No cabe duda que Al-Qaeda seguirá tratando de atacarnos», admitió su presidente, Barack Obama. Ayer ya podían leerse amenazas contra EEUU en los foros yihadistas en internet.

Los talibanes paquistaníes anunciaron que el Ejército y los dirigentes de su país, incluido su presidente, Asif Ali Zardari, y EEUU se han convertido en su principal objetivo. Y un comunicado colgado en una página web cercana a Al-Qaeda aseguró que la yihad (guerra santa) continuará: «No vamos a llorar a Osama (...) os vamos a dejar algunos días para celebrarlo y después reanudaremos la guerra islámica contra la herejía. No queremos operaciones aquí y allá como venganza, queremos opera- ciones cualitativas, que se planeen con sabiduría y paciencia para que traigan su fruto».

El riesgo es grande también para Pakistán, que ha dicho que no estaba al tanto de la operación, extremo que confirmó Washington. Pero su desmarque significa que admite que tropas de EEUU actúan en su territorio con total impunidad.

Además, la presencia de Bin Laden en la turística ciudad de Abbottabad, a dos horas de Islamabad, cuando Occidente creía que se refugiaba en las zonas tribales más inexpugnables, pone en duda la implicación de Pakistán en la lucha contra Al-Qaeda. Desde principios de año, sus relaciones con EEUU se han enfriado notablemente.

Algunos analistas apuntaron a que la venganza podría venir de Al-Qaeda en Yemen o en el Maghreb (AQMI). Respecto a esta última, fuentes del Sahel señalaron a AFP que la muerte de Bin Laden es una «mala noticia» para los rehenes franceses en manos que esa organización desde setiembre de 2010, porque dificultará su liberación.

La OTAN, por temor a que la muerte de Bin Laden sea interpretada como el fin del «terrorismo», aseguró que no bajará la guardia en Afganistán.