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Golpe a Al-Qaeda

«Enemigo público número 1»

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GARA | ABOTTABAD

La cacería humana más intensa de la historia llegó finalmente a su final con la muerte el domingo de Osama bin Laden, pero la historia de su vida será contada de diferentes maneras según quién lo haga. Vilipendiado en Occidente como la personificación del mal, Bin Laden era admirado e incluso venerado por algunos musulmanes que compar- tieron su visión de una interminable yihad (guerra santa) contra Estados Unidos y sus aliados, incluídos los gobiernos árabes que él consideraba infieles.

El líder de Al-Qaeda, abatido el domingo en un operativo estadounidenses en Pakistán, nació en la élite saudí y murió como el «terrorista» más buscado del mundo, huidizo blanco que, desde la sombra, mantuvo en jaque durante más de una década a Estados Unidos y a sus aliados.

Nacido en 1957, Bin Laden, era el duodécimo de los 52 hijos de Muammar bin Laden, un campesino saudí de origen yemení que se convirtió en un magnate de la construcción cercano a la familia real. Estudió Ingeniería Civil, Gestión de Empresas y Teología islámica en la prestigiosa Universidad Rey Abdul Aziz de Djeddah y se vinculó en 1973 a grupos islamistas. Se cree que tenía cuatro esposas y diecinueve hijos.

Sus amigos de la época lo describen como un joven respetuoso, reservado, y gran estudioso de los principales textos del wahabismo, forma rigorista del Islam suní.

Tras la invasión soviética de Afganistán, en 1979, organizó en ese país el mantenimiento logístico de los muyahidines afganos. Posteriormente, se instaló en Peshawar, base de la guerrilla antisoviética en Pakistán, donde conoció a quien se convertiría en su mentor, el palestino Abdulah Azzam, uno de los principales organizadores de la resistencia antisoviética.

Los voluntarios, árabes en su mayoría, no faltaban. Bin Laden los acogió y reunió, creando una base de datos que se convertirá a lo largo de los años en una organización, Al-Qaeda (La base), con el objetivo de lanzar las «brigadas internacionales islamistas».

Bin Laden luchó contra los soviéticos con la ayuda indirecta de la CIA, los servicios secretos estadounidenses, que le pagaron a través de los servicios secretos paquistaníes.

Fue entonces, durante la invasión soviética de Afganistán, cuando el joven Bin Laden forjó su obsesión radical por la identidad musulmana.

Tras la derrota de los soviéticos, en 1989, volvió a su país, donde lo recibieron como un héroe, e impartió numerosas conferencias en mezquitas y colegios sobre el éxito de la yihad.

Yihad contra EEUU

Tras el estallido de la Guerra del Golfo, en enero de 1991, declaró la «guerra santa» a EEUU por haber ocupado su tierra natal. En 1992, volvió a su país, pero Riad le retiró el pasaporte saudí y él rompió relaciones con su familia y con la monarquía absolutista saudí por su apoyo a Washington durante esa contienda bélica. Abandonó Arabia Saudí con la promesa de luchar por un «verdadero» Estado islámico allí y se instaló en Sudán, con el beneplácito de las autoridades de Jartum.

Los servicios de información estadounidenses lo acusaron de financiar «campos de entrenamiento para terroristas». Arabia Saudí le retiró la nacionalidad en 1994, tras la publicación de fatwas (edictos religiosos) en las que denunciaba a Estados Unidos y a la familia real saudí.

En 1996, Sudán, bajo presiones internacionales, le pidió que abandonase el país. Bin Laden reapareció con hombres y armamento en Afganistán, donde lanzó nuevos llamamientos anties- tadounidense antes de que los talibanes tomasen Kabul.

El líder de Al-Qaeda puso en marcha campos de entrenamiento que atrajeron a miles de seguidores de todo el mundo musulmán y planificó una serie de atentados mortíferos que desgarraron para siempre el sentimiento de seguridad de Estados Unidos en el mundo y le valieron el título de «enemigo público número 1» de ese país.

EEUU considera que financió o inspiró un primer atentado -en febrero de 1993- contra las Torres gemelas de Nueva York, que causó seis muertos; el derribo de tres helicópteros estadounidenses en Somalia en octubre de 1993, que se saldó con 18 muertos; el ataque, en noviembre de 1995, contra el edificio de la Guardia Nacional saudí en Riad, que provocó siete muertos, y otro, en junio de 1996, que mató a 19 soldados norteamericanos en Arabia Saudí. Tras este último atentado, Bin Laden señaló que era el principio de una guerra entre los musulmanes y EEUU.

Pero sus atentados más espectaculares, antes de los del 11 de setiembre de 2001 , tuvieron lugar en agosto de 1998, cuando dos coches bomba dejaron 224 muertos (doce de ellos estadounidenses) al estallar simultáneamente en las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia. Un año después, en junio de 1999, fue incluido en la lista de los diez hombres más buscados del FBI y en noviembre siguiente, entraron en vigor las sanciones de Naciones Unidas contra Afganistán por darle amparo.

Después de los atentados del 11 de setiembre de 2001 contra el World Trade Center en Nueva York y el Pentágono, que dejaron casi 3.000 muertos, Estados Unidos lanzó una operación de gran envergadura para tratar de localizarlo. Y elevó a 25 millones de dólares los iniciales cinco ofrecidos en 1998 por toda información que permitiera su captura. En 2007, esa cantidad fue doblada.

Varios frentes de guerra

Sus acciones fueron el pretexto utilizado por Washington para declarar la guerra contra Afganistán, a la que poco más de un año después se sumó la invasión de Irak. Ambos países siguen en guerra y ocupados por Estados Unidos y sus aliados.

Aquellos atentados provocaron también una guerra clandestina contra los simpatizantes del extremismo islámico que trastocó países de todos los continentes salvo la Antártida.

Aunque tardó menos de un mes en alabar los atentados del 11-S, no reconoció oficialmente su autoría hasta octubre de 2004, cuando dijo que fue ideado en 1982.

Bin Laden, que burló a finales de 2001 la intervención de las tropas estadounidenses en Afganistán, fue localizado por última vez en noviembre de 2001 en Kandahar, al sur de Afganistán, según varios testigos. Allí huyó junto a 200 leales tras la caída, el 9 de noviembre, de la localidad de Mazar i Sharif.

Los servicios secretos regionales y occidentales se basaban en la pista de que se escondía en una zona montañosa que bordea la frontera entre Afganistán y Pakistán. Pero algunos especialistas confesaban en privado que no tenían ninguna pista fiable y otros apuntaban a nuevos posibles escondites, como Irán o algunas ciudades paquistaníes. Lo cierto es que desde entonces se desconocía su paradero.

En los últimos años, varias grabaciones y vídeos han certificado que seguía con vida.

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