DIARIO DE VIAJE
Todo un periplo por tierra, mar y aire para animar «in situ» a su equipo
Natxo MATXIN Enviado especial
Hubo que madrugar. Y mucho. Animar a tu equipo in situ exige de unos cuantos sacrificios. A quien más a quien menos, el despertador le sonó a eso de las 04.30. Ducha rápida y desayuno volando, que el autobús espera. Son las 06.00 de un amanecer en Lizarra y el autocar con una buena parte de los seguidores amarillos que se van a desplazar hasta Larvik ya está con los motores en marcha. Todavía con la vigilia latente en el rostro, una treintena de aficionados suben a su primer desplazamiento por tierra.
Camino de Madrid, los kilómetros de autopista no son impedimento para que caiga alguna que otra cabezadita. Directivos, autoridades y prensa -otros 25 expedicionarios- emprenden la misma ruta rumbo a la capital española, pero en este caso en tren. El repaso a la prensa diaria -la noticia de la legalización de Bildu pasa desapercibida para la clase política- y las conversaciones sobre lo que queda de viaje centran el itinerario. Va a ser una pechada considerable que ocupará prácticamente todo el día para arribar a la ciudad noruega.
El grupo de hinchas que partieron de Lizarra se han buscado la vida, con un trayecto basado en vuelos de bajo coste y hoteles más baratos que el desplazamiento «VIP». Su autocar llega prácticamente a la misma hora a Madrid -10.45- y en la terminal 1 de Barajas ya comienzan a dar muestras de sus colores. Camisetas y bufandas amarillas asoman de las maletas para inmortalizar una imagen que puede ser única en la vida de dichos aficionados.
Casi sin tiempo para intercambiar las primeras anécdotas del inicio de un prolongado periplo, la «marabunta» lizartarra se ve obligada a cambiar su medio de transporte y embarcarse en el aire. Es imprescindible animar a Itxako por tierra, mar y aire. Otros, que se unirán al grueso de la expedición han salido desde Alicante, donde recalaron entre semana para disfrutar de la victoria frente al Elda, y algunos familiares, como los de Macarena Aguilar, también partieron desde Madrid, aunque en otros vuelos diferentes. El cansancio comienza a hacer mella, la comida ha sido casi de trinchera -un pequeño bocata y sandwich combinado con un refresco o cerveza-, y se hace obligado echar una pequeña siesta.
Hay quien prefiere apostar por una buena lectura y los que optan por aferrarse con ahínco al asiento, que el miedo a las alturas también está presente, pues como mejor se está es con los pies en el suelo. El que el destino se vea cada vez más cercano invita a charlar sobre balonmano: se recuerda el precedente con el Larvik -Itxako cayó en la 2005-2006 en los cuartos de final de la Recopa por 31-19- como algo positivo por todo el camino que se les ha recortado a las noruegas, los fichajes que ha realizado y las jugadoras que podrían marcharse de su disciplina, el importante precio de las entradas -28 euros-, la comida ya reservada para hoy en la que se van a reunir unos cuarenta aficionados...
Poco a poco, se van quemando etapas y la meta se ve más cercana. Aterrizaje en Rigge para el grueso de la expedición que, para evitarse un rodeo, alquila varios coches con los que subirse al ferry y embarcar rumbo a Larvik, donde llega poco después del grupo formado por directivos, autoridades y prensa. Una tarde primaveral noruega -algo de sol entre las nubes y un fresco viento marino- acoge a los recién llegados. Es el momento de reponer fuerzas, conocer más de cerca este bonito punto del Mar del Norte y conciliar el sueño para colaborar en la tarea de hacer de Itxako el nuevo campeón europeo. Sus jugadoras se lo merecen y la afición, también.