Thor» es una película que entretiene y gusta al público infantil, con lo que al menos el dinero de la entrada se puede dar por bien empleado, sobre todo porque las proyecciones en 3-D son más caras. Aclarado esto, la opinión crítica ha de ir por otros derroteros, teniendo que enjuiciar la labor en la dirección de Kenneth Branagh. Marvel ha justificado la elección del cineasta irlandés por su vinculación artística a la obra de Shakespeare, a sabiendas de que el cómic original de Stan Lee y Jack Kirby tiene un trasfondo mitológico con luchas entre reinos y enfrentamientos familiares de corte folletinesco. Sin embargo, no se reconoce en la película su toque, salvo en los detalles más teatrales de la puesta en escena, especialmente de vestuario. Por lo demás, algún que otro plano inclinado que no viene a cuento, y que se lo han perdonado en la sala de montaje. Una vez más hay que hablar del sello propio de las películas de superhéroes hechas por Marvel con Paramount, el cual no difiere gran cosa sea quien sea el realizador. Simplemente, han añadido la marca Branagh al producto final, del mismo modo que los famosos ponen su firma en artículos de venta sin relación alguna con su profesión.

La película más comercial en la carrera de Kenneth Branagh toma como modelo esencial el «Superman» de Richard Donner, estrenado en 1978, con el añadido de los espectaculares efectos digitales desarrollados tres décadas después. Dicho de otro modo, vendría a ser el resultado de introducir al alter ego de Clark Kent en la Tierra Media de «El señor de los anillos».

Se ha cogido ese esquema clásico convenientemente remozado por su muy claro sentido iniciático, en la intención de presentar por primera vez a lo grande a un superhéroe que nunca antes había asomado a la pantalla, para que haga de prólogo a una nueva franquicia lo más duradera posible. Al terminar los títulos de crédito finales hay un epílogo protagonizado por Samuel L. Jackson, y que sirve como adelanto de la próxima entrega.