ELECCIONES EN EUSKAL HERRIA
Una victoria en el minuto noventa
Iñaki IRIONDO
La sentada del Arenal fue la demostración de la fuerza militante del independentismo de izquierdas. Y la capacidad de tener durante más de tres horas el escenario ocupado con las más diversas actuaciones para que la espera se hiciera más corta, una evidencia de su creatividad y posibilidad de generar corrientes solidarias. Cabe recordar que todo ello se improvisó en apenas un par de días. Sólo la atención a este tipo de detalles permite entender algunas de las cosas que pasan en este pueblo y a las que tan ajenas permanecen tantos sesudos analistas, sean periodistas, políticos o miembros de los servicios de inteligencia.
A fuerza de repetirse a sí mismos que la ciudadanía vasca desconfiaba de los movimientos de la izquierda abertzale «porque nos ha engañado tantas veces», no acertaron a ver los indicadores más evidentes, por ejemplo las encuestas que en las páginas web de sus propios medios se realizaron con motivo de la presentación de Sortu. Acostumbrados a tomar como dogma los informes policiales, no supieron leer la realidad. Tan pendientes de las tertulias de la caverna mediática, ni se enteraron de que la puerta del campo había desaparecido.
Así que el tándem Rubalcaba-Trillo decidió que todavía se le podía dar otra vuelta a la llave de meter presión a la política vasca, pero la caldera comenzó a calentarse en exceso, empezaron a aparecer grietas en el propio sistema, los indicadores del cabreo general pitaban en estéreo y el armatoste estatal amenazaba con acabar como la central de Fukushima.
La grada gritaba. Hacía falta un toque de cordura. Y el árbitro, casi en el descuento, pitó el penalti que se había ganado este pueblo.