Los curiosos se asomaban a la barandilla de la balconada de la Plaza de Toros de Iruñea, sorprendidos por el importante despliegue policial en torno al frontón Labrit. Entre los periodistas había bastante menos expectación: «Seguro que no va a decir nada más de Bildu, ya ha hablado por la mañana». El plus de suspense lo puso el viento, que atrasó la llegada de Alfredo Pérez Rubalcaba al aeropuerto de Noain. El hombre fuerte del Gobierno español llegó 20 minutos tarde, pero llegó.

A falta de Zapatero, que sólo será exhibido por su partido con cuentagotas en esta campaña debido a su caída en popularidad, Rubalcaba -el llamado candidato in pectore del PSOE a La Moncloa- era el principal reclamo de la campaña del PSN en Nafarroa. Un reclamo necesario porque, como comenzó diciendo el «alcaldable» Juan Moscoso y ratificó el superministro, «nos jugamos mucho».

Sin embargo, ni siquiera Rubalcaba logró levantar el ánimo de un partido que se muestra alicaído. Sólo levantó una ovación del Labrit, que se llenó, cuando atacó a cuerpo al PP con un tema tan sensible como la memoria histórica. Reprochó a Mariano Rajoy que hablara recientemente de que «nos hemos pasado la legislatura levantando huesos» cuando «lo que hemos hecho ha sido enterrarlos como Dios manda». Todo el resto fue muy suave.

Como en 2006

El invitado de La Moncloa comenzó su intervención evocando un mitin que protagonizó en Burlata, en otoño de 2006. Eran los meses en los que el proceso de negociación estaba abierto de forma oficial, y la izquierda abertzale perseveraba por lograr un acuerdo político que incluyera la territorialidad.

En aquel momento, Rubalcaba lanzó una frase que suscitó ciertas expectativas de que el PSOE estuviera efectivamente abierto a afrontar esa cuestión partiendo del respeto al derecho a decidir, aunque su formulación fuera muy retorcida. Por las razones que fuera, ayer Rubalcaba decidió repetir la afirmación, porque dijo que la recordaba perfectamente: «Nadie cambiará Navarra salvo que los navarros lo quieran y lo impulsen». Introdujo un añadido a la Constitución española como salvaguarda de todo ello. Y olvidó citar, a la vista está, que en aquel momento del posfranquismo nadie preguntó a la ciudadanía navarra sobre qué estatus quería tener.

Al hilo de ello, el entonces y ahora ministro del Interior recordó algo que el público de ayer sí tenía bastante más presente: el acoso de la derecha española a aquel proceso, que tuvo como punto culminante la manifestación de marzo de 2007 con el lema ``Navarra no es negociable''. «Ya les decíamos entonces que no, que no era verdad... y era que no», recordó Rubalcaba. Y acto seguido se tomó su pequeña venganza: «Decían que se rompía Navarra, que se rompía España... y de tanto romper, lo único que han roto es con la UPN». Una fractura que, según ha quedado en evidencia, ha sido el peaje por los acuerdos entre UPN y PSN, tanto en Iruñea como en Madrid.

No habla de pactos

Sobre esto último se esperaba que hablara Roberto Jiménez, pero el candidato del PSN a la Presidencia del Gobierno navarro no está por la labor de recordar que han sido el soporte de Miguel Sanz en toda la legislatura. Sólo lo hizo en un momento concreto del mitin, y con el objetivo de criticar indirectamente la posición del PP en Madrid.

Jiménez pidió a la concurrencia que se imaginara «un río cuando nace. Ahí hay turbulencias, cascadas, grandes piedras... Imaginaos ahora una barca que se llama España. E imaginaos a Rajoy en la orilla derecha, tirando piedras. Ya hemos pasado ese tramo del río -añadió el candidato-, estamos llegando a aguas más tranquilas y tenemos que llegar a la orilla izquierda. El timonel ha sido José Luis Rodríguez Zapatero. Zapatero llevando la nave y Rajoy tirando pie- dras», resumió.

Frente a ello, reivindicó que su partido no ha tenido la misma actitud de oposición con el Gobierno navarro. Que ellos no le han tirado piedras, sino «flotadores, a «la barca de Navarra». No dijo más; por ejemplo, eludió cualquier precisión sobre si va a mantener esa estrategia o si se plantea mirar al otro lado del arco parlamentario. El recuerdo de 2007 parece pesarle, después de que en campaña el PSN hiciera un discurso claro de cambio y posteriormente desde Ferraz se vetara el intento de un gobierno alternativo ya consensuado con Nafarroa Bai e IUN. De hecho, no hubo alusión alguna a estos grupos en el discurso de Roberto Jiménez, ni tampoco a Bildu.

Emocionado con la UGT

En este contexto en que el PSOE se sabe en el ojo del huracán por su política económica, Jiménez mostró un gran agradecimiento por la presencia en el mitin del líder de UGT de Nafarroa, Juan Goyén, «y de buena parte de su Ejecutiva». El secretario general del PSN admitió sin tapujos que el Primero de Mayo «me emocioné por ver a la UGT y al PSOE próximos».

Todo ello se completó con apelaciones a la necesidad de ir a las urnas del 22 de mayo. Jiménez afirmó que «si vamos a votar, somos mayoría. Si no, habrá recortes sociales. Donde están las derechas lo hacen, está en su genética». Rubalcaba también incidió en esta idea: «Nuestro adversario es la abstención -alertó al final de su intervención-, son esos jóvenes y no tan jóvenes que no ven razones para ir a votar».

Los analistas políticos han concluido hace tiempo que para movilizar a su electoral el PSOE necesita crispación, pero ayer al menos, todo fue de lo más sosegado. Rubalcaba dijo que no tenía ganas de gritar, que no es su estilo y que le desagrada que en los hogares se cuelen ese tipo de intervenciones mitineras cargadas de tensión. Quizás por eso no habló de la cuestión de Bildu. Lo advirtió desde el inicio, y se frenó en seco un par de veces en que la dinámica de su discurso le llevaba hacia ese punto. Y eso que dijo imaginarse bien «qué estarán diciendo ellos de nosotros, y más en esta tierra...»