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De los zares al sobiet, la literatura que llegó del frío

La literatura rusa y soviética son, en general, herederas de una situación social y política muy concretas. De Chéjov y Garshín a Andréi Bieli o Julian Barnes la editorial Nevsky Prospects, radicada en Madrid, propone a sus lectores la inmersión en un mundo complejo, fascinante y parcialmente desconocido entre los lectores de habla castellana.
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Juanma COSTOYA | GASTEIZ

La literatura rusa es una etiqueta genérica que pone a prueba la comprensión histórica y literaria de un escenario mutante, complejo y casi inabarcable. George Steiner, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2001, comentó en un artículo para «The New Yorker» que pocos críticos y estudiosos occidentales entienden correctamente los matices y complejidades que presentan las obras firmadas por Gógol, Pushkin, Dostoievski, Ajmatova o Mandelstam por citar sólo algunos ejemplos. A la dificultad de traducir correctamente las obras originales se une la de comprender la verdadera trascendencia de las obras literarias rusas.

La gran literatura rusa se forjó, según Steiner, en una lucha incesante en contra de la censura, ya sea la del aparato zarista y eclesiástico ortodoxo o el leninista estalinista posterior. De ahí la enorme importancia que adquirieron los escritores a ojos del pueblo ruso. Convertirse en escritor en Rusia o en la URSS era sellar un pacto con el destino como dan fe la inmensa lista de desaparecidos, exiliados y asesinados que componen el registro literario ruso de los dos últimos siglos. Ser escritor en este espacio político cultural tan vasto y complejo no era una pose, ni tenía nada del taedium vitae propio del ambiente intelectual del aburrido y tolerante Occidente. Es por ello que la literatura rusa, vista desde el prisma individualista propio de Vladimir Nabokov o desde la perspectiva social y colectiva de Gorki, constituye un terreno literario propio y en cierta medida desconocido en castellano.

Nevsky Prospects

Para rellenar este hueco, la editorial Nevsky Prospects, domiciliada en Madrid, viene editando en castellano algunas obras y autores clásicos rusos junto a otros, más recientes y desconocidos, que nunca habían sido traducidos a este idioma. El nombre de la editorial es un homenaje a una de las principales calles de San Petersburgo, la Perspectiva Nevsky, una avenida de cuatro kilómetros de largo a la cual se asoman numerosos palacios, tiendas, librerías y cafés históricos.

Entre numerosos acontecimientos históricos allí tuvo lugar la matanza de estudiantes que alumbró las futuras revueltas contra el régimen zarista. Nikolai Gógol puso su nombre a un relato corto y numerosos clásicos rusos la describieron en sus obras. Los fundadores de esta editorial, que trata de difundir y arrojar claridad sobre el variopinto panorama literario ruso, son la pareja formada por James y Marian Womack. Él, inglés, es licenciado en literatura rusa por la Universidad de Oxford y ella, gaditana, ejerce como traductora de ruso y asesora de literatura en lengua castellana para editoriales británicas. En el catálogo de su editorial tienen cabida desde los clásicos más conocidos hasta recopilaciones de autores como Karamzín, Sómov, Baratynski, Lérmontov, Zagoskin y Pogorelski agrupados en un volumen que lleva por título «Rusia gótica». Obras como «Yo, Kótik Letáiev» de Andréi Bieli, «El final de Rasputín» de Féliks Yusúpov o «Chéjov comentado» son algunas de sus últimas incorporaciones al mercado.

Las cuidadas ediciones vienen acompañadas de prólogos y postfacios escritos por Luis Antonio de Villena, Espido Freire o Almudena Guzmán entre otros muchos. En una de sus novedades, «La flor roja», de Vsévolod Garshín, los editores han decidido acompañar el texto con ilustraciones a cargo de la donostiarra Sara Morante. Para los próximos meses Nevsky Prospects anuncia el lanzamiento de media docena de obras, entre las que se encuentran «El lunes empieza el sábado», de Arkadi y Borís Strugatski y «Poemas escogidos», de Nikolái Gumiliov.

HOMENAJE

El nombre de la editorial es un homenaje a una de las principales calles de San Petersburgo, la Perspectiva Nevsky, una avenida de cuatro kilómetros de largo a la cual se asoman numerosos palacios, tiendas, librerías y cafés históricos.

COLABORACIONES

Las cuidadas ediciones de la editorial Nevsky Prospoects, vienen acompañadas de prólogos y postfacios escritos por Luis Antonio de Villena, Espido Freire o Almudena Guzmán entre otros muchos.

«La flor roja»

La obra de Vsévolod Mijáilovich Garshín (1855-1888) «La flor roja» es un relato, hasta ahora inédito en castellano, sobre la obsesión y la locura. Ambientado en la Rusia decimonónica, en tiempos del zar Pedro I, su protagonista es un demente que ha de ser recluido en un manicomio. El enfermo, que se cree víctima de una conspiración, recupera una extraña lucidez durante la noche, mientras que en las horas de luz sucumbe de nuevo a la locura.

Al autor, Vsévolod Garshín, se le ha comparado por su hondura sicológica con Dostoievski. Iván Turguénev dijo de él que era «la esperanza de la literatura rusa». La vida del propio autor fue turbulenta y estuvo marcada por la tragedia. Garshín nació en una familia de la nobleza rusa. En su juventud se alistó como voluntario en la guerra que enfrentaba a su país con el Imperio Otomano. Su vocación literaria despertó durante la convalecencia de una herida de guerra. En 1880 comenzó a dar muestras de inestabilidad mental y ocho años más tarde pondría fin a su vida arrojándose por el hueco de una escalera en San Petersburgo. Las inquietantes ilustraciones con las que Sara Morante enriquece «La flor roja» combinan a la perfección con el argumento de esta novela editada por Nevsky Prospects.

J.M.C.

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