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ELECCIONES EN EUSKAL HERRIA

El poco disputado voto del colectivo inmigrante

Por primera vez en este tipo de elecciones, inmigrantes no comunitarios procedentes de países sudamericanos o de Islandia, entre otros orígenes, podrán elegir alcalde. Pero antes han tenido que registrarse, y lo han hecho muy pocos. ¿Desinterés o excesivas trabas?

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Joseba VIVANCO

El voto inmigrante ``se queda en un bluf'' o ``Fracasa la convocatoria que permite votar a los extranjeros en las elecciones de mayo''. Son titulares periodísticos de estas fechas en relación al voto inmigrante para el día 22, comicios en los que por vez primera podrán ejercer su derecho al voto los extranjeros no comunitarios. Pero uno de los `peros' era la necesidad de inscribirse previamente en el censo electoral, con un plazo que ya se cerró en febrero. Y ese interés por votar ha sido bastante bajo, tanto que ni siquiera los grandes partidos parecen interesados en captar el voto inmigrante.

Los datos hablan por sí solos. En Nafarroa apenas se ha registrado uno de cada diez con derecho a voto, con lo que serán 3.247 los que podrán hacerlo este domingo. De ellos, la mayoría en Iruñea (813). Le siguen Tutera (204), Tafalla (161), Fustiñana (86), Burlata (73) o Cintruénigo (71).

En el resto de Hego Euskal Herria estas elecciones no han despertado mayor expectación. Serán 1.223 los inmigrantes que votarán en Araba, la mayor parte en Gasteiz (725), y muy lejos quedan Amurrio y Laudio (17), Urkabustaiz (16) y Mainueta-Baños de Ebro (14). En Bizkaia serán 3.405, con igual número de votantes finales en Bilbo que en Gasteiz, a pesar de la diferencia poblacional. Le siguen Getxo (313), Zornotza (164), Gernika (157) y Barakaldo (133). Y serán 2.260 en Gipuzkoa, con Donostia a la cabeza (692), Irun (271) y Errenteria (109).

Más trabas que facilidades

Ciudadanos de países sudamericanos, además de los originarios de Cabo Verde, Nueva Zelanda, Islandia y Noruega, tenían la posibilidad de sumar por vez primera sus votos -eso sí, acreditando cinco años de residencia- a los que ya lo venían haciendo como llegados desde estados de la UE. El porcentaje de estos últimos que suele votar ronda el 40%; en el caso de los «nuevos», se estrenarán con un pobre 10-13%. Quienes siguen quedando al margen de este derecho son los originarios de países africanos o asiáticos, principalmente.

¿Realmente interesa a las administraciones que el colectivo inmigrante participe de este derecho? Silvia Luciani es candidata donostiarra por Denok Hiritar, una opción integrada por emigrantes nacionalizados, con derecho a voto y sin él, que concurre en Donostia y Hernani, y que persigue poner la inmigración en el foco del debate electoral. «Debería interesarles nuestro voto, porque somos vecinos y vecinas a las que les afectan los mismos problemas municipales. Viven, trabajan, disfrutan, sufren, aportan a esta sociedad, y deberían tener la capacidad de poder elegir a quienes gobernarán sus ciudades», responde.

Sin embargo, la realidad es que se ponen más trabas que facilidades. Una, el propio sistema de acuerdos de reciprocidad, que impide que cualquier inmigrante vote y no sólo porque se excluya a parte del colectivo, sino también por la exigencia de que «expresamente hay que inscribirse para votar. Y donde la inscripción no es automática, el porcentaje de inscritos baja inevitablemente», sostiene. Un ejemplo, la población afroamericana en EEUU.

Visibilizar el voto «extranjero»

Tras estos argumentos se esconde en buena medida esa falta de interés por acudir a las urnas. «Pero además están preocupaciones más importantes de la gente, como el trabajo, los papeles, etc. Y encima, muchas veces, los discursos políticos lo ubican en el lugar de `los otros', con lo cual se dificulta el hecho de sentirse parte de la sociedad y poder participar activamente en ella», defiende Luciani. A ello hay que sumar, añade, que «la reivindicación de los derechos políticos, habitualmente, es más propia de quienes han alcanzado un cierto grado de estabilidad y su proyecto de vida, personal y familiar se va a hacer aquí».

Con Denok Hiritar, explica, quienes lo conforman han pretendido «visibilizar nuestra demanda y que poco a poco vaya calando en la sociedad». Como lo expresaba también en Gasteiz otra opción nacida de forma paralela y bautizada como Ongi Etorri, «nos da igual conseguir tres votos o 33, lo importante es poner negro sobre blanco en el derecho a voto de los inmigrantes».

Unos deseos que deberán esperar. Se trata de un incipiente electorado, pero aún desmovilizado y cuyo voto la mayoría de partidos no se preocupa en disputarse. «Ese interés irá en aumento en la medida en que la participación se vaya ampliando», confía Luciana Silvani. Lo que sí demanda de los gobernantes es que «el derecho a la participación política esté basado en la residencia y no en el origen».

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