La verdad sea dicha, los elementos más fanatizados de las huestes de Isabel y Fernando, no se resignan con facilidad a aceptar la realidad tal y como es. Se rebullen como los bichos que pican al ser rociados con repelente.

Ayer en «ABC», el editorialista se subía por las paredes ante la catástrofe que cree inevitable. Lean, lean: «Las consecuencias políticas de la sentencia del Tribunal Constitucional que da vía libre a las listas electorales de Bildu ya asoman en las encuestas publicadas en los últimos días. La coalición independentista puede obtener resultados determinantes en numerosos ayuntamientos vascos y navarros y en la Diputación Foral de Guipúzcoa». O sea, la hecatombe.

Los malos, además, no vienen solos, así que el editorialista advierte: «Al margen de que esta nueva franquicia de la izquierda abertzale radical ya dispone de los censos electorales, su probable amplia presencia institucional va a suponer una inyección de dinero para financiar sus actividades sectarias y una plataforma de colocación de colaboradores y de propaganda a la medida del discurso legitimador de ETA y de su entramado batasuno». Y digo yo que eso mismo es lo que tienen a su disposición el resto de los partidos que concurren a las elecciones.

Pero el autor de la pieza insiste en las consecuencias demoledoras de unas elecciones en las que puedan participar todos: «Decenas de miles de ciudadanos vascos van a quedar bajo gobierno de una coalición que el Supremo calificó como instrumento de ETA». Será porque la mayoría de las y los votantes así lo decidan.

Pero, claro eso es la democracia y el editorial está publicado en «ABC»...

En cualquier caso, no se resigna el editorialista del diario del grupo Vocento, y emite un último y agónico llamamiento: «el 22-M empieza un período de regresión que, sin duda, en 2013 alcanzará al Parlamento Vasco y probablemente a la presidencia del Gobierno autonómico, salvo que un nuevo Gobierno central acometa con determinación nuevas acciones legales».

Le quedan pocos días para alcanzar el paroxismo de la desesperación.