Huelga en los comedores escolares
«Aitona, hoy también te encargas de la niña»
«Cada uno se busca la vida como puede», afirman padres y madres que sufren por tercera semana consecutiva la huelga en los comedores escolares. La mayoría recurre a familiares o vecinos para hacerse cargo de los menores y darles de comer, pero sostienen que la situación «ya es insostenible».
Oihane LARRETXEA
Durante las dos primeras semanas, los padres y las madres que sufren las consecuencias de la huelga en los comedores escolares de la red pública vasca -sobre todo en Bizkaia y Gipuzkoa- se han mantenido al margen del conflicto. Sin embargo, cuando la protesta ha alcanzado su tercera semana consecutiva, han decidido salir a la calle porque dicen que la situación ha tocado techo. El lunes comenzaron a celebrar las primeras movilizaciones en Gipuzkoa, y ayer hicieron otro tanto en Bizkaia al tiempo que han anunciado que seguirán protestando al menos durante toda la semana para exigir a ambas partes que se reúnan a negociar. Hoy, la escuela de Atxuri de Bilbo ha convocado una concentración a las 17.00 frente al centro para «mostrar su solidaridad a las trabajadoras» de los comedores.
Misma pancarta, muchas posturas
«Irtenbide bat nahi dugu, ezin dugu horrela jarraitu» (Queremos una solución, no podemos seguir así) rezaba la pancarta desplegada en la concentración que la AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos) de los centros públicos del Bidasoa celebraron el lunes en la plaza irunesa del Ensanche. Los congregados armaron escándalo con tapas de cazuela, trompetas de juguete o silbatos, mostrando así su enfado y hartazgo. Algunos señalaron a las trabajadoras como responsables de la situación mientras otros, culparon a Lakua y a la patronal. A pesar de la diversidad de opiniones, todos ellos han tenido que reajustar su agenda para conciliar la vida laboral con la familiar al menos, hasta que se solucione el conflicto. Mientras tanto, son los abuelos, los tíos, las cuñadas o los vecinos los que se hacen cargo de los menores para darles de comer. Eso en el mejor de los casos. Hay quien no tiene parientes y se sirve de sus días de vacaciones para atender a su hijo.
El caso del matrimonio compuesto por Edurne y Jokin es el más habitual, pues desde que se inició la huelga echan mano de los abuelos, aunque advierten de que «ésta no es la solución». «Al principio, ellos [los hijos] estaban encantados porque veían a los `aitonas', pero son ya muchos días con el trajín del ir y venir... y esto al final les repercute». Sus dos hijos, de 14 y 8 años, estudian en la Ikastola Txingudi y al igual que ellos, sólo en ese mismo centro son más de mil los menores que están sin servicio de comedor. «Nos reunimos para pedir a Lakua que mueva ficha porque creemos que es su responsabilidad», opina Jokin. Añade que si bien sindicatos y patronal deben sentarse a negociar, es el Gobierno de Gasteiz quien «debe actuar al tratarse de un servicio público».
Edurne defiende el derecho a huelga de las trabajadoras y recuerda que el problema no es nuevo. «El conflicto viene arrastrándose desde tiempo atrás, lo que pasa que se han adoptado pequeñas soluciones que visto lo visto, no han servido para nada. ¡Imagínate cómo han de estar para hacer una protesta de estas características en estos tiempos de crisis!», exclamó.
La situación es aún más complicada para los padres cuyos hijos e hijas terminan las clases del mediodía a distinta hora. Begoña es madre de tres hijas -de seis, ocho y once años-. La primera sale a las 13.30, y el resto a las 14.30. «¿Cómo lo hago? -dice-. Tengo la suerte de poder ir yo misma, pero espero que se solucione cuanto antes porque así no podemos seguir».
Derecho a huelga sí, pero...
El hecho de que terminen a distinta hora también les afecta a Antonio y Carol, matrimonio con dos hijos de nueve y seis años. Él opina que es imposible coordinarlo porque «antes de que haya comido la pequeña, hay que ir a buscar a la mayor». Hasta ahora han recurrido a la familia y «algún día que otro incluso un vecino nos ha echado una mano» porque debido a sus trabajos, les resulta imposible hacerse cargo. Ahora les ayuda su cuñada, aunque tampoco ella lo tiene fácil ya que «sale antes de su trabajo para atender a sus sobrinas».
«Que vuelvan al curro ya», dice él. «Dependemos del transporte para llegar a la Ikastola Txingudi y cada día pierden casi una hora lectiva. ¿Cómo lo recuperarán? Eso ya se verá». Defiende que «todo el mundo» tiene derecho a hacer huelga pero advierte que «si se les da lo que piden pueden querer más y convocar otra [huelga] más adelante».
Los abuelos son el recurso principal pero hay personas que no cuentan con ese apoyo, como Iratxe, madre de un niño de cuatro años. «La primera semana me ayudó una tía, la segunda una vecina y ahora he cogido vacaciones para hacerme cargo de él porque trabajo en Donostia a jornada completa y de otra forma me resulta imposible. Pero claro, los días de vacaciones tienen también un límite», se lamenta. No sabe cómo se las arreglará ante la posibilidad de que la huelga se prolongue hasta que finalice el curso, tal y como ya se plantean las monitoras y trabajadoras de los comedores.
Iratxe, al igual que Antonio, pide que las trabajadores vuelvan a sus puestos: «En la huelga del año pasado sus revindicaciones nos parecieron correctas, y este año, nosotros, los padres, hemos sido los primeros en apoyarlas, incluso hemos aumentado la cuota del comedor para que tuvieran mejoras... pero creo que se les ha ido de las manos».
Batzuek jangeletako grebaren ondorioak bertako langile diren aldetik pairatzen dituzte. Besteek, gurasoak edo azken asteotan haurren otorduez arduratzen diren senideak diren aldetik. Baina bada hirugarren talde bat, hain zuzen, sektoreko langileak izateaz gain, ama edo aita direnak. Eurek ondorioak birritan pairatzen dituzte. Eta euren lehentasuna da greba «lehenbailehen bukatzea», agendan eragin dizkieten kalteekin amaitzeaz gain, euren lan eskubideak bermatuta daudela esan nahiko lukeelako.
Irungo Ensanche plazan astelehenean egindako elkarretaratzea Bidasoaldeko ikastetxe publikoetako IGEek (Ikasleen Guraso Elkartea) antolatu zuten eta, hain zuzen, Hondarribiko Talaia ikastetxeko hainbat emakume ama direlako bertaratu ziren. Halaber, zentro bereko jangelan lan egiten dute. Greban egon arren, askok ezin dute haurraz arduratu, jangelako lana jorratzen dituzten beste ogibide batzuen osagarri delako.
Orain arte egindako grebekin alderatuta, honakoa «ezberdina» dela argudiatzen dute, aurrekoak bertan behera uztean «patronalak agindutako negoziaketak ere bertan behera gelditu direlako».
Haserre agertu dira Lakuarekin, izan ere, gurasoei -«hau da, guri»- jangelako kuota hamar euro garestitu arren, eta Gasteizko Gobernuak sektorean diru gehiago inbertitzeaz gain, langileek ez dutelako diru kopuru horren onurarik ikusi. «Esan dezatela non dagoen diru hori», diote.
Beste guraso batzuen kritikak entzun behar izan dituztela ere onartu dute, baina eurek eurenari eutsi eta amore emateko prest ez daudela baieztatu dute: «Talde txikitan erraza da gutaz gaizki-esaka aritzea, baina geu ere egoeraren kalteak ordaintzen ari gara, berdin-berdin».
Taldea batuta mantentzearen garrantzia goraipatzen dute; izan ere, euren ustez, kolektiboa ezegonkortzeko euren artean «giro txarra» sortu nahi duen pertsona asko dago. O.L.