La seguridad marca la primera visita de Isabel II a la Irlanda libre
La reina inglesa Isabel II se ha encontrado con una Irlanda muy distinta a la que visitó su abuelo Jorge V hace cien años. Esta es una visita histórica de la que no serán testigos directos los ciudadanos irlandeses, debido a las medidas de seguridad que ha blindado el acceso a la soberana británica.
Soledad GALIANA
Esta es una visita histórica cuya agenda habla de reconciliación. La última visita de un monarca británico a Irlanda se produjo hace cien años, cuando la totalidad de la isla aún formaba parte del entonces imperio, y el entonces rey inglés Jorge V, abuelo de Isabel II de Inglaterra, cruzó el mar de Irlanda en 1911. Pero si en aquel entonces, el monarca fue recibido por sus súbditos, en esta ocasión, los ciudadanos de la república sólo tendrán oportunidad de seguir la visita de Isabel II a través de la televisión, los cortes de tráfico y el resto de restricciones impuestas para asegurar la seguridad de la reina inglesa.
Entre los actos más significativos de esta visita se encuentran el celebrado en la tarde de ayer, cuando Isabel II, acompañada por la presidenta de la república irlandesa, Mary McAleese, participó en un homenaje a los caídos por la libertad de Irlanda en el Jardín del Recuerdo (Garden of Rememberance). Significativa porque es un reconocimiento a todos aquellos que murieron a manos británicas para lograr el reconocimiento del derecho a un gobierno independiente al de la corona británica. Durante la ceremonia, la monarca ofreció una corona de laurel y participó en un minuto de silencio, y la banda de música del ejército irlandés interpretó el himno británico y se leyó el poema en gaélico Rinneadh Aisling Dúinn (Nuestra Visión), inscrito en el monumento.
El primer Domingo Sangriento
Durante el día de hoy se producirá otro de esos actos de reconocimiento, durante una visita a Croke Park, el estadio de la Federación de Deportes Gaélicos (GAA), una organización que defendió la cultura, las tradiciones y la lengua de Irlanda cuando estas manifestaciones eran reprimidas por los británicos. Croke Park fue escenario de una de las peores matanzas de civiles irlandeses a manos británicas, el primer Domingo Sangriento.
El 21 de noviembre de 1922, y en respuesta a una acción del IRA dirigido por Michael Collins que se saldó con la muerte de catorce agentes de la inteligencia británica, el ejército británico rodeó Croke Park durante un partido de fútbol gaélico que enfrentaba a Tipperary y Dublín, abriendo fuego contra los asistentes y jugadores y causando 14 muertes.
Ambos actos, durante la primera visita británica al estado irlandés, quieren ser una expresión de una nueva era en las relaciones entre los dos estados, pero el operativo de seguridad que ha rodeado la visita de Isabel II desde hace semanas evidencia que aún quedan cuestiones por resolver entre ambas jurisdicciones.
Y esas cuestiones por resolver estuvieron presentes cuando se escucharon las explosiones de petardos durante el acto en el Jardín del Recuerdo. Unos doscientos miembros de Eirgi iniciaron una sentada en las inmediaciones del Jardín del Recuerdo y algunos de ellos fueron detenidos por la policía. Manifestantes de las organizaciones republicanas Republican Sinn Féin y el Movimiento para la Soberanía de los 32 Condados, iniciaron una protesta en una calle cercana al Jardín del Recuerdo con anterioridad a la llegada de la monarca británica al monumento, de donde fueron expulsados por la policía, lo cual provocó renovados enfrentamientos callejeros. La policía realizó veintiún arrestos por supuesta violación del orden público.
Por su parte, Sinn Féin liberó cientos de globos negros durante el acto de la reina inglesa ante el monumento por los Caídos en Irlanda, para recordar a todos aquellos que dieron su vida por la libertad de Irlanda. El presidente de Sinn Féin y ahora diputado en el parlamento de Dublín, Gerry Adams, recordó su critica ante la visita de la monarca británica al coincidir la fecha de su llegada con el treinta y siete aniversario de las explosiones en Dublín y Monaghan, que causaron la muerte de 34 civiles y en cuya autoría se sospecha la participación de elementos de las fuerzas de seguridad británica. Adams criticó el hecho de que el primer ministro irlandés, Enda Kenny, no apoyara la moción parlamentaria presentada por Sinn Féin, exigiendo al gobierno británico el acceso a documentación esencial para esclarecer la autoría de esta acción, y que había sido apoyada unánimemente en ocasiones anteriores.
«Los supervivientes merecen, exigen que todos nosotros nos comprometamos a decir y oír la verdad del pasado», apuntaba el presidente de Sinn Féin, que proponía la creación de una Comisión Internacional Independiente de la Verdad.
La organización Justicia para los Olvidados, que agrupa a victimas, familiares y supervivientes de la explosión marcó el aniversario con un recorrido por los tres lugares de Dublín donde se produjeron las explosiones. La portavoz del grupo, Margaret Urwin, señaló que la visita del primer ministro británico, David Cameron, quien acompañará a la reina inglesa en una reunión con el primer ministro irlandés Enda Kenny, «le proporciona una ocasión de oro maravillosa para hacer un gesto de reconciliación verdaderamente significativo» para reabrir los archivos sobre el caso que no se facilitaron durante la más reciente investigación de las explosiones, que finalizó en el 2007.
Entre 25 y 50 millones de euros
La visita de la monarca británica ha supuesto la mayor operación de seguridad que nunca ha tenido lugar en Irlanda, con la presencia de diez mil policías y soldados en todas las rutas y lugares a visitar por Isabel II. Este operativo de seguridad se traduce en cierres de carreteras para asegurar la seguridad del convoy de la reina inglesa y sus repercusiones en el acceso a transporte público, negocios y viviendas para los ciudadanos irlandeses.
A ello se une el controvertido coste de la visita, que se calcula oscilará entre los veinticinco y cincuenta millones de euros. Este gasto ha dejado perplejos a los contribuyentes a las arcas irlandesas, ya que se produce en plena crisis financiera y durante duras medidas de austeridad y recortes públicos.
Por ejemplo, el Jardín del Recuerdo ha estado bajo vigilancia policial día y noche durante una semana, y el acceso al centro de la ciudad fue imposible para vehículos, viandantes o ciclistas durante la duración del acto en el monumento y su posterior visita a la universidad Trinity College, fundada por la reina inglesa Isabel I en 1952, y que se encuentra situada en el centro de la capital irlandesa.
Sin embargo, las medidas de seguridad no han evitado que se produjeran al menos seis incidentes de avisos de bombas en Dublín y otras poblaciones. Una llamada a la policía norirlandesa en Belfast informó de la colocación de un artefacto en los juzgados de Dundak, Maynooth y Drogheda, que resultaron ser falsos.
Hasta el momento, el único artefacto explosivo fue encontrado la noche pasada en Maynooth en un autobús que transportaba 35 pasajeros desde Ballina, en el oeste de Irlanda, a Dublín. Una llamada fue recibida por la policía irlandesa informando de la colocación del artefacto, de fabricación casera, pero que no contaba con un detonador. Otras falsas alertas se produjeron en los tranvías de Dublín y en un parque de la capital, donde se encontraron paquetes sospechosos.
El nuevo Ejecutivo irlandés ya tiene nombres. El gabinete contará con cuatro ministros del DUP en las carteras de Sanidad, Finanzas, Industria y Desarrollo -Edwin Poots, Sammy Wilson, Arlene Foster y Nelson McCausland, respectivamente- que se unirán al primer ministro Peter Robinson y a su secretario de estado Jonathon Bell en el Gobierno. Por su parte, al viceprimer ministro, Martin McGuinness, y Martina Anderson, que actúa como su secretaria de estado, se unirán los ministros de Sinn Féin en las áreas de Educación, John O'Dowd, Agricultura, Michelle O'Neill y Cultura, de la que se encargará Caral Ni Chuilin. Posiblemente la elección de Cultura por parte de Sinn Féin facilitará la promulgación de la Ley del Gaélico, que fue obstaculizada por los ministros unionistas en esa cartera. Por su parte, SDLP y UUP contaran con un solo ministro cada uno -Alex Atwood en Medio ambiente y Danny Kennedy en Desarrollo REgional, respectivamente- mientras que el partido de la Alianza, que incrementó su número de votos, contará con dos ministros en las carteras de empleo y capacitación -Stephen Farry- y en la de Justicia, en la que repite David Ford. El candidato del DUP a esta cartera fue opuesto por el sector nacionalista en la Asamblea.
Los resultados de las elecciones municipales, cuyos votos se contabilizaron la pasada semana, se tradujeron en un incremento en el número de concejales para Sinn Féin y el partido de la Alianza, y una tendencia negativa para los partidos unionistas y el nacionalista SDLP. El DUP consiguió 175 concejales, frente a los 182 de las anteriores municipales. Sinn Féin consiguió doce representantes locales más para alcanzar 138. Sinn Féin es el partido con mayor número de concejales en Belfast, pero necesitará el apoyo de la Alianza para asegurar la alcaldía de la capital norirlandesa.
Los resultados electorales preocupan en el seno del UUP, que se ha visto relegado en el voto unionista mayormente en las zonas urbanas. «Creo que nuestro voto ha desaparecido en las zonas urbanas, particularmente en el este», apuntó el diputado del UUP Basil McCrea. «Cuando se considera al voto en la asamblea, los resultados son complicados también... Esto necesita una revisión profunda», advirtió el político unionista. S.G.