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«La música comercial, supongo, apunta a un único estado emocional»

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Peter Hammill

Teclas, guitarra y voz

La historia de Peter Hammill es la vida de un singular artista capaz de alternar con naturalidad su vocación solista con el complejo universo de Van der Graaf Generator, una de las formaciones más apreciadas del prog y el art-rock. Hammil visita Bilbo este miércoles (20.00) dentro del ciclo de la BBK Músicos de Leyenda. Presenta «Thin air», aunque confiesa que aún «desconoce» qué tocará.

Pablo CABEZA | BILBO

Joven o veterano, si se repasa la historia de la década de los setenta se dará de bruces, primero, con la historia de Van der Graaf Generator y si después profundiza, con la de Peter Hammil, su líder. Un multiinstrumentista de palabras desoladas, conceptos abstractos y escasas concesiones a la canción de estructura común. De hecho, ya en los setenta Hammil, en solitario o como parte de la VdGG, ni siquiera optó por las guitarras solistas como parte del sonido preferente, sino por teclados o instrumentos de viento, lo que convertía su propuesta en un encuentro más enrevesado que el de la mayoría, y poético.

En directo, el Hammill actual, el músico que sobrepasa los cuarenta discos, entre obras en solitario y VdGG, repasa sus referencias en solitario, pero también piezas de VdGG del pasado, visiones de discos como «The least we can do is wave to each other» (1970), «H to he, who am the only one (1970), «Pawn hearts» (1971), «Godbluff» (1975), «Still life» (1976) o «The quiet zone/the pleasure dome» (1977). Títulos, que por portadas y sonidos, se han incrustado como pestañas en los ojos de una generación.

Ahora bien, Hammill nunca recurre al actual «A grunding in numbers», publicado en marzo de este año por la Van der Graaf Generator, formación que ha contado con varias recuperaciones a lo largo de su longeva historia.

En cualquier caso, el público de este miércoles se enfrentará al reto del viaje molecular en el tiempo, a un concepto de sonido que quizá no haya contemplado en muchos años. No habrá luces que distraigan, coreografías de espectáculo, poses de marketing. La noche promete austeridad y sensaciones.

Nació en un suburbio de Londres, Ealing; vivió su adolescencia en Derby y desde hace años reside en un pequeño pueblo al lado de Bath, al oeste de Inglaterra. Diríase que no es usted muy urbanita.

La ciudad en la que vivo es bastante pequeña, es cierto. Tenemos el campo muy cerca, lugar por el que paseo regularmente con mis perros. Para ser sincero, prefiero asociar mi faceta urbana a las giras. Para la vida, día a día, me quedo con un ritmo más lento.

Lleva casado desde 1978 y tiene tres hijas (Holly, Beatrice y Phoebe). Dos de ellas han colaborado puntualmente con usted, pero parece que no se han decantado por la música y menos aún por la comercial. ¿No hubo manera?

Sí, tengo tres hijas, las tres estudiaron piano y voz, pero fue por su propia iniciativa, no hubo presiones por mi parte. Aún mantienen su interés por la música, pero no como carrera. Dos de ellas [Holly y Beatrice] añadieron voces soprano en un par de grabaciones mías. Creo que todos somos conscientes de que he agotado toda la suerte que mi familia poseía con relación a la música durante estos más de cuarenta años de carrera.

«Thin air» comienza con dos canciones donde piano y teclados están muy presentes, así como arreglos de cuerda. En el siguiente tema, «Stumbled», aparece una lejana guitarra eléctrica mientras la acústica es protagonista en primer plano... Y en «Wrong way round» una precisa guitarra distorsionada toma el poder durante los tres siguientes minutos... ¿Incluso en proyectos tan personales se sigue un orden estructurado, un razonamiento?

Bueno, por supuesto, la secuencia de los temas en el contexto de un álbum incluye tomar muchas decisiones sobre contenido de los textos, estilo y, por supuesto, contenido instrumental, aunque, para ser honesto, la tercera pertenece al nivel visceral más que al intelectual. Así que la respuesta sería que mi intención fue deliberada en dirigir la instrumentación como la señala, pero subconscientemente. También habré tomado, inconscientemente, muchas decisiones durante el transcurso de grabación, decidiendo qué meter y qué dejar fuera. Recuerdo, por cierto, que la guitarra acústica que menciona en «Stumbled», la grabé en un hotel de Bilbao. [Ocurrió en su anterior visita a la ciudad, el 25 de mayo de 2008, actuando en el Palacio Euskalduna].

No tiene por costumbre utilizar estribillos. ¿Cree que son un elemento distintivo de la música comercial o representativos del inicio potencial de la perversión de la música?

Es cuestión de mi gusto personal el que música y canciones no se repitan demasiado. Prefiero que el estado emocional al final de un tema haya cambiado, de alguna forma, con respecto al principio del mismo. La música comercial, supongo, apunta a un único estado emocional. No obstante, aún sin desearlo y de alguna forma, yo también formo parte del esquema comercial.

¿Ha derrotado el piano, las teclas, a la guitarra en su momento actual?

¡Oh!, desde luego que no. Sigo muy sumergido con ambos instrumentos, tanto en su forma acústica como eléctrica.

¿Y qué clase de instrumentos utiliza en los conciertos?

Para conciertos en solitario, mi preferencia actual es cualquier piano de cola que esté disponible y normalmente también uso mi guitarra Washburn Tanglewood electro-acústica. Con VdGG utilizo piano Roland (hay otros instrumentos, por supuesto, pero uso el piano para casi todo, con la única excepción de algunos momentos de piano eléctrico) y un buen número de diferentes guitarras eléctricas. Con todo esto quiero decir que, actualmente, el grupo enfatiza en la experiencia eléctrica hacia fuera, mientras que el concierto en solitario es mucho más personal, hacia dentro.

¿En directo se acompaña de músicos? ¿Tiende a la improvisación?

Toco solo y, por lo general, tiendo a cierto grado de improvisación. Las canciones, en cualquier caso, nunca son interpretadas exactamente de la misma manera. En los últimos años, mientras VdGG ha estado funcionando, he estado revisando muchas viejas canciones en solitario y redescubriendo la intimidad que posee una actuación en ese formato. Actualmente tengo una lista de más de setenta piezas que puedo tocar con diferentes grados de confianza. No me gusta estar demasiado cómodo en escena, así que prefiero que haya un cierto elemento de riesgo, peligro e incertidumbre en mi relación con temas con los que no estoy muy familiarizado.

En más de una ocasión se ha acercado al cabaret. También compuso una ópera y mantiene una estrecha relación con la música clásica.

Supongo que mis directos actuales están más cerca del cabaret, el jazz o recitales de música clásica que del rock propiamente dicho. Sí, hace muchos años escribí la música para una ópera, un cuento sobre la narración de Edgar Allan Poe «The fall of the house of usher». Aunque dudo que toque algo de ello en Bilbao.

 «Siempre miro al futuro más que al pasado»

No es sencillo seguir la intencionalidad de sus letras. ¿Qué elementos globales les dan forma?

Espero que, incluso sin entender el idioma, el poder emocional de las piezas pueda trascender a través de sonido y las palabras ya que, para mí, esa es una parte esencial del oficio de componer. Aún no sé qué canciones tocaré en Bilbao, pero estoy bastante seguro que incluirán asuntos como el paso del tiempo, la naturaleza cambiante de las relaciones, la necesidad de vivir el momento, pero apreciando lo pasado y teniendo en cuenta hacia dónde podríamos estar dirigiéndonos... En esencia, simplemente la existencia humana vista desde el punto de vista de alguien que ha vivido unos pocos años y relata su crónica en forma de canción. También espero cantar sobre la experiencia humana en general, no sólo de la mía, y confío en que aquellos que entiendan las letras puedan reconocer algunas experiencias como suyas.

Desde 1992 cuenta con su propio sello, Fie!, y está reeditando la mayoría de sus discos, en gran medida con extras, aunque no están todos. Además, lo tienen todo bien organizado desde su página web y la opción de venta on line.

Siempre es mucho mejor tener todo el control posible sobre tu obra, mientras no interfiera en el momento creativo. Para ser sincero, siempre miro al futuro más que al pasado. De todas formas, muchas de las viejas grabaciones están en manos de la multinacional EMI y no veo que esa situación pueda cambiar en el tiempo.

No tiene por costumbre mirar al pasado, pero cerca de cuarenta discos deben de pesar demasiado como para no echarle una ojeada.

Los álbumes marcan el paso de la vida y del tiempo en una forma muy íntima para mí. Mi evolución, tanto personal como musical, es claramente palpable en ellos: desde su estilo, intereses exhibidos, niveles de habilidad técnica gradual... No estoy interesado en escribir una autobiografía como tal, pero bastante de mi vida está contenido en el flujo de canciones de todos estos años. Con todo, ahora me llama la atención el presente, tocar en Bilbao, y tengo muchísimas ganas. P.C.

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