Por Mayo
Josu MONTERO
Escritor y crítico
Otro mes que ya se escurre entre los dedos. Mayo. Antaño los peces sobre el Serantes parecían contaminados. Hoy vibra un cielo azulísimo sobre la Margen Izquierda. «Santurce sufre que sufre, -decía la canción- ha muerto ya Barakaldo». Parece que Barakaldo ha resucitado, pero convertido en un zombi que acumula parados cada vez más desprotegidos y contratos basura en sus paraísos comerciales. Eso sí, los parques se llaman Ramón Rubial y los paseos Dolores Ibarruri. Y el cielo brilla en un mes de Mayo que sigue siendo cornudo y castrado. Y el caso es que no pretendía sino hablar de Mayo como paraíso, como el tiempo de los días estupendos: un barco parte lentamente rumbo al verano, y nosotros vamos en él, sobre la cubierta agitamos nuestros blancos pañuelos.
Qué cercano a éste el universo del dramaturgo Alfredo Sanzol. El Festival Teatro Gayarre acaba de programar sus tres primeros espectáculos. «Risas y destrucción» terminaba con un diálogo: «Si hubieses sido un perro, habríamos sido muy felices», dice ella. «Sí, pero no lo soy», responde él. «Sí, pero no lo soy» -el segundo- terminaba con un poema titulado «Días estupendos»; y ese es el título de su tercera obra, que habla de los legendarios veranos de la juventud. No hemos podido ver aquí «Delicadas», su cuarta obra, un ejercicio de memoria para hablar de su historia y también de la Historia; los personajes son la abuela y las tías del autor. Se suele señalar a Sanzol y a Miguel del Arco como dos de los nuevos y mejores dramaturgos. Del Arco fue la estrella de los Max por su sorprendente y artesanal bombazo «La función por hacer». También en el Gayarre se podrá ver el 27 y el 31 su primer y su tercer espectáculos: «El proyecto Youkali» y «Veraneantes», versión del clásico de Gorki.