Los inversores se encontraron ayer con un huracán en forma de pérdida creciente de credibilidad del proyecto del euro. Para empezar, desde el domingo pendía sobre las bolsas el aviso de Papandreu de una quiebra de Grecia si no se cumplían los plazos de entrega de la ayuda financiera acordada. El asunto se complicó todavÌa más con la muestra de incredulidad de la Comisión Europea sobre la capacidad de Grecia de cumplir con los planes previstos de austeridad. Y, finalmente, la aparición de Italia como un futurible en la lista de los rescates pendientes, después de que S&P lo insinuara, a la vez que decía ver una mejor respuesta del Estado español para la reducción del déficit. Como resultado, el país trasalpino, que ostenta una calificación A+, ha sido puesto en perspectiva negativa. Tras el cierre de los mercados, era Fitch la que avisaba a Bélgica de una próxima rebaja de su calificación. Por tanto, el miedo a un empeoramiento de la crisis de deuda, reflejado en la brusca subida del diferencial con el bono alemán, se llevó por delante a todos los índices. El Ibex se hundió un 1,41%, hasta los 10.082,70 puntos. Recorta al 2,27% la ganancia anual. Tampoco hubo escapatoria para el resto de plazas europeas. Londres cayó un 1,89%, Fráncfort un 2% y París un 2,10%. En el Ibex, ninguno se libró de los números rojos. IAG y BME, que cedieron más de un 4%, fueron los peores. Hasta 11 valores, incluido BBVA, restaron más de un 2%. En el CAC 40, Lafarge, que se dejó un 3,50%, encabezó las caídas. Hasta 17 valores retrocedieron más de un 2%. No hubo ningún ganador en la jornada.