La UE siguió ayer la estela de Estados Unidos e impusieron una serie de sanciones contra Siria por la represión de las protestas de la oposición.

Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE impusieron una segunda ronda de sanciones contra Damasco, dentro de la que incluyeron en su lista negra al presidente, Bachar al Asad y a otras nueve personas consideradas responsables de la represión. A todos ellos les prohibieron viajar a Europa y les congelaron sus cuentas. Las sanciones suponen un endurecimiento de la presión sobre Damasco para que detenga la represión, acepte una negociación con la oposición e inicie el proceso de reformas anunciado.

La UE acordó además suspender parte de los programas de cooperación que el bloque mantenía en Siria y pedir al Banco Europeo de Inversiones (BEI) -que tiene una cartera de 1.300 millones de euros en el país- que haga lo propio con sus operaciones.

«Un error»

Siria condenó estas medidas y las calificó como «un intento de desestabilizar» el país. «Las decisiones de la Unión Europea, al igual que las tomadas por EEUU tienen como objetivo interferir de manera flagrante en los asuntos internos de Siria y son un intento de desestabilizar su seguridad y controlar sus decisiones», aseguró la agencia, que cita a una fuente oficial que hablaba «en nombre de la República Árabe Siria».

El jefe de la diplomacia siria, Walid al Mualem calificó la decisión de la UE como un error y «una nueva página negra en la historia europea en el colonialismo en la región».

En una entrevista emitida por la televisión siria, Al Mualem añadió que las medidas «incitan a los que se imaginan (dentro del país) que Occidente les va ayudar a continuar con la violencia». Reconoció que estas medidas dañan los intereses sirios, y subrayó que «carecen de base legal» y responden a la lógica de la fuerza.