El 22-M abre la guerra interna en PSC y ERC mientras refuerza los recortes sociales de CiU
«Nos sentimos reforzados», fue la triunfal declaración del portavoz del Govern, Francesc Homs, tras analizar los resultados de las elecciones en Catalunya. Así, interpretó el fuerte incremento de CiU en el número de concejales y su histórica victoria frente al PSC en Barcelona como un respaldo en las urnas a su política de recortes sociales al frente de la Generalitat.
Alberto PRADILLA
El avance de CiU en las elecciones municipales del pasado domingo ha sido interpretado por los conver- gentes como un espaldarazo a sus primeros seis meses de gestión tras recuperar la Generalitat. Al aumento de su representación en el ámbito local se le suma que el PP no ha perdido terreno, lo que abre la vía a lo que el diario español «El Mundo» ya calificaba ayer como «PPvergencia». En definitiva, la muestra de que, tras el 22-M, las instituciones catalanas son un poco más de derechas. Una realidad que la explica mejor el duro castigo sufrido por los partidos con representación parlamentaria ubicados a la izquierda de CiU que los méritos de una formación cuya gran virtud puede ser su actuación sin complejos a la hora de exhibir su agenda neoliberal.
A pesar de los recortes en Sanidad y Educación, que parece evidente que no serán los últimos, Convergencia i Unió, con 778.042 votos, ha experimentado un ligero crecimiento respecto a los 723.325 que obtuvo hace cuatro años. Tendencia al alza, pero sin exageraciones. En realidad, lo que le ha aupado al frente de tantos consistorios ha sido el desplome de ERC, que pasa de 334.928 a 257.564, y, sobre todo, del PSC, que pierde casi 200.000 votos.
La histórica derrota en Barcelona después de 32 años de hegemonía socialista es la más significativa. Pero no la única. Los republicanos, por su parte, también han perdido alcaldías, aunque resulta especialmente sangrante su desaparición de los salones de plenos de las principales ciudades del Principat, como en Girona, donde sus escaños han pasado a manos de las Candidaturas de Unitat Popular (CUP). El hundimiento de los dos principales partidos del tripartit abre la vía a una guerra interna, que tanto socialdemócratas como republicanos mantenían en silencio a la espera de las elecciones municipales y que ambos sufrirán hasta octubre, cuando se celebren sus respectivos congresos internos.
Al PSC, la lucha intestina le llega por partida doble. Sus principales familias (que no siempre se corresponden con la dicotomía catalanistas-españolistas que tanto simplifica el debate) ya preparaban el terreno para la renovación después de perder la Generalitat. Ahora, a la pelea por suceder a José Montilla se suma el debate al otro lado del Ebro. Aunque también hay quien pone en cuestión cuál debería de ser la relación con un grupo que ha ejercido como molesto invitado que trataba de jugar en el Principat lo que perdía en el resto del Estado. Por eso, ya han surgido voces que apuestan por la ruptura o, al menos, por marcar distancias con el PSOE. Primero fue el ex conseller de Economía Antoni Castells, y a él le han seguido personajes como Montserrat Tura (que no está en buena posición tras perder las primarias de Barcelona frente a Jordi Hereu). A ellos se les suman la plataformas «+ PSC» o el movimiento «congresdesdebaix», que no plantean ningún debate que no estuviese ya presente en el seno del partido. Aunque ahora vendrá acompañado de discusiones en el ámbito estatal.
Proceso de sucesión en ERC
No obstante, si la situación interna de los socialistas catalanes es tensa, la de ERC es ya una guerra abierta. «No queda ni liderazgo, ni proyecto, ni identidad, ni credibilidad». Josep Lluis Carod Rovira, ex líder del partido y que ha mantenido una hostil distancia hacia la actual dirección, explotó esta semana tras conocer el hundimiento republicano. Joan Puigercós, actual secretario general, dimitió nada más conocerse los resultados y ha abierto un proceso de sucesión en el que ya se perfilan dos candidatos: Jordi Portabella, cabeza de lista a la Alcaldía de Barcelona (donde han perdido dos concejales) y el eurodiputado Oriol Junqueras. Resulta paradójico que sea Portabella quien encabece una de las corrientes, pues su candidatura al Consistorio tuvo como gran logro incluir a Joan Laporta como «número dos», pero ni siquiera el ex presidente del Barça logró frenar la sangría de votos. A su favor, romper la lista de Solidaritat en el Parlament, que había captado la atención mediática soberanista. En contra, una imagen confusa para el electorado, tratando de hacer pasar como izquierdista a un político profundamente neoliberal como Laporta.
Paradójicamente, quien no ha sufrido apenas erosión ha sido ICV, la única formación que defendió el tripartit y se negó públicamente a pactar con PP o CiU.
Además, se ha dado un fuerte incremento de las CUP, que han quintuplicado sus votos, superando los 60.000 sufragios, y han logrado por primera vez tener representación en una capital como Girona.
Sin embargo, estas municipales han sido las de la derecha. En el Estado español, el PP ha arrasado y en el Principat, CiU ha reforzado su posición dejado clara la tendencia para los próximos cuatro años. Más peligroso resulta comprobar cómo en Catalunya, los «populares» han aprovechado su escasa posibilidad de éxito para acercarse al discurso xenófobo de Josep Anglada, líder de la ultraderechista Plataforma per Catalunya. Anglada ya dio un susto en las elecciones al Parlament, cuando estuvo a punto de lograr tres diputados. Ahora, no sólo se ha mantenido en feudos como Vic sino que ha quintuplicado sus resultados, logrando más de 67.000 sufragios. Aunque su gran triunfo ha sido arrastrar al PP a su mensaje antiinmigración.
El vencedor del PP en Badalona, Xavier García Albiol, es el mejor ejemplo. Un juez podría citarle a declarar por unos pasquines en los que tachaba de delincuentes a los gitanos rumanos. Sin embargo, CiU sigue debatiendo si permitirá que Albiol se convierta en alcalde a cambio del apoyo del PP en la Diputación. Un ejemplo de que, al margen de la bandera, los dos triunfadores en el Principat y en el Estado no son tan diferentes.
La izquierda independentista aragonesa, representada por Puyalón de Cuchas, ha logrado en Artieda su primer concejal.